DESPROTEGER AL LOBO PARA PROTEGERLO

Ayer salió adelante una Proposición de Ley del PP para modificar el Real Decreto que desarrolla el Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial (LESPRE) en el que está incluido el lobo, con objeto de rebajar el régimen de protección de las poblaciones al norte del Duero, incluyendo su gestión a través de la caza y que este pase de ser una especie «protegida» en vez de especie «estrictamente protegida», permitiendo así el sacrificio y control poblacional de lobos como medida de gestión al norte del Duero. La Comisión Europea también pidió el pasado mes de diciembre rebajar la protección integral que ahora reciben las poblaciones de lobo debido al aumento de ataques a ganado y conflicto con comunidades locales en distintos puntos de Europa.

Guadalajara no está al margen de este asunto pues los ganaderos de la sierra Norte son sufridores y víctimas de estas políticas y se han sentido solos desde hace muchos años, abandonados por las administraciones y solos también frente al lobo, que ataca a terneros y ovejas guadalajareñas. El lobo es una especie clave en el funcionamiento de los ecosistemas, controla el número de poblaciones de herbívoros y depredadores de rango medio en la cadena trófica que a su vez afecta a los sistemas vegetales, hidrológicos y a la incidencia de enfermedades. Para conocer el problema del conflicto social del lobo en España es necesario e importante hacer un viaje al pasado, a los años 70 y hablar del naturalista y divulgador más importante de la historia natural española, que no es otro que el Doctor Félix Rodríguez de la Fuente. El lobo ibérico está asociado a su figura de manera indisoluble. Nadie como él lo ha protegido y luchado por por su conservación. Fue su principal defensor para evitar su extinción en nuestro territorio. Fué el gran icono del ecologismo en España. Es importante saber que en los años 70 había en España 350 lobos. Félix consigue incluirlo en la Ley de caza de 1970 como especie cinegética. Esto le pone en valor y lo salva de su desaparición. Félix lo tenía claro, no había que condenar al lobo ibérico a su aniquilación como especie, pero era necesario su control poblacional y su expansión para paliar y minimizar los innegables daños ocasionados.

Este eterno problema del lobo y el hombre que hay en España no se solucionará con la ley ultrapotecionista promovida y amparada en un solo lado que tenemos ahora mismo; eso es condenar a una guerra continua entre ganaderos y conservacionistas si no se escuchan ambas partes y ambos intereses. Toda esta ultra protección del lobo derivará en la aparición de plomo, de trampas, de fuego y de veneno, en furtivismo y en ‘me tomo la justicia por mi mano’: en una guerra del lobo. Es necesario encontrar un equilibrio entre todos los sectores implicados por el bien de la especie. La conservación del lobo necesita de consensos y de acuerdos con todos los agentes implicados en su gestión: administraciones autonómicas y locales, mundo científico, ganaderos, conservacionistas… en pos de una coexistencia entre el cánido, la ganadería extensiva y la caza.

Se preguntarán ustedes que deberíamos hacer para solucionar el problema. En mi opinión la clave está en acabar con el conflicto social; el mayor problema de conservación del lobo es el conflicto social. Ayer nuestros políticos no hablaron nada de este conflicto entre el mundo rural y el mundo urbanita, entre ganaderos y cazadores contra ecologistas y ultraproteccionistas. Entre administraciones. Hace falta un plan de gestión que permita una eficaz conservación del lobo dentro de un marco de coexistencia con el mundo rural. Se debería controlar las poblaciones de lobos para minimizar las depredaciones sobre el ganado y seguir manteniendo una población viable de la especie. Se debería asegurar una convivencia posible entre la expansión de la especie y la permanencia, imprescindible, de la ganadería extensiva y tradicional. Hay sitios donde el lobo hace mucho daño. Ese control poblacional se debería hacer con una gestión más técnica. Con controles puntuales conducidos con criterios técnicos y no batidas aleatorias como se hace ahora. Se debería indemnizar y compensar de una forma adecuada y proporcional. Indemnizar bien y pronto. No con el valor estándar del animal sino por el valor de reposición. Indemnizar por el daño emergente y costes asociados.

Es falso que el lobo esté en peligro en España o que corra riesgo. Las manadas y ejemplares crecen, pero los ecosistemas no dan para más lobo, no tienen espacio. La naturaleza ya no es lo que era. No se puede pensar en procesos utópicos de recolonización y expansión del lobo en sus antiguos territorios. El futuro, desde mi punto de vista, está en crear reservas y protegerlas y en elaborar urgentemente un plan de convivencia estratégico efectivo y con el dialogo y consenso de ambas partes. Se tiene que escuchar a los verdaderos custodios de ese mundo rural y legislar tras haberlos escuchado y teniendo en cuenta sus intereses y su problemática para mantener los agro-ecosistemas. Ninguna solución podrá agradar a todos, pero todos tienen que ser parte de la solución.

Debemos proteger al lobo y a la ganadería extensiva que mantiene limpio el monte, reduce biomasa, reduce la contaminación mediante el secuestro de carbono, crea empleo, fija población y produce alimentos de alta calidad. Si queremos que haya relevo generacional y la gente joven se quede o se incorpore al campo, no podemos condenarlos a doce horas diarias de pastoreo para proteger su ganado; es preciso que puedan tener una vida más allá del trabajo. Si no es así, no habrá relevo generacional. Tenemos que desarrollar medidas de protección adecuadas, modernas y efectivas, a la vez que fomentar los sistemas de pastoreo. Se debe tasar en cada país el coste de coexistencia del lobo con la ganadería y la protección y esto no puede recaer sobre el ganadero sino en el Estado. Se deben formar a los técnicos de la administración y tener personas especializadas en este asunto.

Ahora quedan meses por delante de tramitación y enmiendas para llevar a término esta Proposición de Ley del PP y modificar el Real Decreto que desarrolla el LESPRE, pero no han de olvidar que la clave radica en solucionar el conflicto social que hay en torno al lobo.

LAS LISTAS DE ESPERA DE LA VERGÜENZA

Estamos viviendo tiempos de un vacuo espectáculo de la política en el que cabe todo y todo se normaliza con una habituación y perdida de sensibilidad que están teniendo efectos muy negativos y profundos en nuestras sociedad. Se están normalizando situaciones, tendencias y circunstancias que realmente no deberían considerarse normales; una de ellas es las listas de espera quirúrgicas, de consultas externas y de técnicas de diagnóstico en nuestros hospitales públicos.

El Ministerio de Sanidad ha publicado los datos recogidos de las listas de espera a cierre de 2023 y de nuevo los datos son desalentadores: casi 850.000 pacientes aguardan una media de 128 días para ser intervenidos quirúrgicamente en la sanidad pública. Estas cifras son superiores a la de 2022: 793.521 españoles esperaban una media de 122 días para pasar por quirófano. La espera media para la consulta con un especialista se demora hasta 95 días. Castilla-La Mancha cerró el 2023 con un total de 33.175 pacientes en lista de espera para operarse en el Sistema Nacional de Salud.

En Guadalajara si consultas sus datos de listas de espera quirúrgicas en el C.H.U puedes comprobar como para urología el tiempo medio de espera es de 151 días, en cirugía vascular de de 150 días, en oftalmología 141 días y en digestivo 34 días. Si revisas las listas de espera de consultas externas verás que tienes un tiempo de espera para psiquiatría de 120 días, en oftalmología de 54 días, en urología de 54 días. Y en las listas de técnicas diagnósticas para una endoscopia digestiva tienes un tiempo medio de espera de 187 días, de 72 días para una radiología digestiva y de 30 días para una tomografía computerizada.

Osea, que por ejemplo, en Guadalajara esperas por el especialista en urología 54 días pero luego debes también pasar aguardando otro tanto tiempo para una prueba diagnóstica que certifique lo que tienes; y ya después de eso, si así lo prescribe el médico, te pones en la fila para operarte otros 151 días. Esto hace un total de unos 235 días aproximadamente. El sistema actual no es claro y no cuenta todo el tiempo real que pasa desde que tu médico te deriva a un especialista y este te detecta un problema de salud hasta que se resuelve.

Este asunto ha tenido siempre una utilización política muy alta y en esa medida los políticos son poco transparentes. Estas listas de espera de la vergüenza son inasumibles y nunca debemos normalizarlas, debemos exigir a nuestros políticos una sanidad y una medicina más resolutiva, en la que se puedan hacer todas las pruebas en pocos días.

LA GUERRA DEL AGUA

¿Se han dado cuenta como aparecen en escena los políticos cuando llegan las fuertes lluvias y aumenta el caudal de nuestros ríos y en consecuencia la de nuestros pantanos? Y también lo hacen cuando hay escasez y nuestras reservas hídricas están al límite; tanto los que les toca gobernar como la oposición. Yo a este tipo de política lo llamo la “política buitre”, la política de hienas, buitres y coleópteros: de carroñeros.

Cada vez que he hablado del problema del agua con algún político siempre dicen lo mismo, sea cual sea su partido, siempre habla de consenso, de que el agua debe de ser un campo de acuerdos y que entre todos se puede empezar a solucionar el problema tan grave que tenemos en España; que hay que equilibrar España y llevar agua desde donde sobra hacia donde falta, a través de un plan y un pacto nacional del agua.

Año tras año desde hace muchos años llevamos escuchando la misma cantinela pero estamos ya en 2024 con el problema del agua al límite y sin consenso en la solución. Año tras año nuestros partidos políticos -los del viejo sistema bipartidista y también los nuevos, que dicen que vienen a aportar soluciones- vuelven con la guerra del agua y vuelven a ocupar espacios en los medios de comunicación y en sus agendas políticas partidistas y electoralistas.

No se entiende que pasen los años, y los gobiernos, tanto regionales, como nacionales -de uno y otro signo-, continúen sin poner soluciones y sea una quimera alcanzar un acuerdo de amplia base en una cuestión tan relevante. Parece inverosimil que sean incapaces de ordenar los recursos hídricos de tal manera que puedan atender las necesidades de todas las regiones a través de una estrategia nacional en torno al agua. La derogación del trasvase del Ebro por parte del Gobierno de Zapatero en 2004 condenó a un punto muerto al Plan Hidrológico Nacional. Y, desde entonces, ningún Ejecutivo se ha atrevido a encarar un pacto nacional en esta materia.

Pasarán los años y seguiremos en la eterna batalla nacional y regional por un elemento habitualmente convertido en arma política arrojadiza. Guadalajara y su proyecto para la conexión entre el Sorbe y el Bornova es un claro ejemplo de esta guerra del agua. El Sorbe tiene unas aportaciones de unos 140 Hm3, de los que apenas puede embalsar más de 40. Si en años de abundancia, como este año, condujéramos parte de los excedentes hasta Alcorlo, se evitarán los desembalses y se podría satisfacer las necesidades de los regantes del Bornova y a las necesidades de la MAS. La construcción de ese túnel que iría por los municipios de Tamajón, Semillas, Zarzuela de Jadraque, La Toba y Arroyo de las Fraguas a traves de una conexión por gravedad debería ser una realidad, pero los intereses políticos y la batalla ideológica del agua en Guadalajara lo ha impedido. La evaluación de Impacto Ambiental encargada, publicada en el BOE el 24 de febrero de 2011, fue negativa y nunca se buscó reparar de alguna forma ese impacto. Al final va a llevar razón John F. Kennedy que dijo que “quien fuere capaz de resolver los problemas del agua, sería merecedor de dos premios Nóbel, uno por la Paz y otro por la Ciencia”.

LAS TRACTORADAS Y SUS PERSONAJES

Siempre he considerado al teatro como una herramienta única para el desarrollo de valores importantes en la sociedad. Con él aprendes de emociones, de empatía, de creatividad, de trabajo en equipo, de colaboración, de confianza en uno mismo y en los demás, y de respeto hacia las diferentes perspectivas y opiniones. Para entender una obra es fundamental conocer a los protagonistas y de esa forma entender sus motivaciones y razones para actuar de esa manera a lo largo de la obra. Si tienes una idea más o menos clara de quiénes son los personajes y cuáles son sus objetivos, sus intereses y conveniencias, puedes entonces seguir el hilo de la trama y no perderte nada de lo que está sucediendo en el escenario. Además, conocer a los actores y sus personajes te ayuda a empatizar con ellos y a conectar con la obra de una manera más profunda. Si entendemos sus luchas y conflictos internos, podremos involucrados en la historia, posicionarnos y entender quiénes son y que buscan realmente.

Para entender por qué se ha despreciado y olvidado al campo y culpabilizado a los agricultores y ganaderos del deterioro de nuestra naturaleza y para conocer el porqué de las movilizaciones de los agricultores y ganaderos de estas semanas, al igual que en el teatro, hay que conocer los problemas, a los actores protagonistas que forman parte del conflicto y sus intereses y conveniencias. Respecto a los problemas, el primero es que se ha despreciado y olvidado al campo y culpabilizado a los agricultores y ganaderos del deterioro de nuestra naturaleza. El segundo es que los agricultores y ganaderos están sometidos a presiones económicas y leyes regulatorias nacionales y europeas que amenazan su subsistencia. Leyes como las que surgen alrededor de La Agenda 2030 bajo la excusas medioambientales que son una verdadera declaración de guerra al campo.

El gran pacto verde europeo y sus distintas derivadas en forma de directivas, reglamentos y estrategias como la estrategia de la biodiversidad y la de la granja a la mesa, que habría que derogar son un ejemplo de ello. También a nivel nacional en España hay más leyes derivadas de este gran pacto verde europeo como la estrategia nacional de la restauración de la naturaleza, la ley de uso sostenible de fitosanitarios, la ley de fertilizantes de usos agrícolas, la ley de derecho animal y tantas otras.

El primer actor es la PAC de la Unión Europea. Esa política agraria común está cargada de restricciones, de burocracia y de falso medioambientalismo. El segundo actor es el ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación don Luis Planas y su paquete de 18 medidas para solucionar el problema. El tercer actor son todos esos interlocutores que el gobierno de España recibe como “interlocutores validos” para las negociaciones con el ministerio, que no son otros que las hiper subvencionadas organizaciones sindicales del campo muy vinculados a los partidos tradicionales desde su nacimiento: la Asociación Agraria de Jóvenes Agricultores (ASAJA), la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG) y Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos (UPA). El cuarto actor es un joven y popular sindicato muy mayoritario llamado Unión de Uniones y que el Gobierno no les reconoce como interlocutor en las huelgas de agricultores. El quinto actor es el colectivo o movimiento 6F de agricultores, ganaderos y pescadores independientes nacido en España a raíz de los movimiento europeos. Este movimiento se ha ido desgastado y perdiendo su capacidad de influencia, liderazgo y organización. Han convocado sus propias tractoradas y nació por el hartazgo del sector primario están hacia sindicatos y políticos. Ha surgido en redes sociales y son responsables de gran parte de las movilizaciones de agricultores durante estas semanas.

El ministro Luis Planas es el maestro de ceremonias de este postureo político y trata de embaucar con sus artes trileras a las organizaciones agrarias para que estas cesen sus movilizaciones y quejas en la calle. Los ánimos están muy cargados y Sánchez le ha pedido que quite ruido y crispación. Sus medidas propuestas afectan a competencias de la Unión Europea, son las relativas a las PAC y a los acuerdos comerciales con terceros países y también afectan al Gobierno estatal y a las comunidades autónomas. Las organizaciones agrarias terminarán por aceptar las medidas del gobierno; tienen sus intereses y están conectadas con el poder y dependientes de sus exquisitas subvenciones y demás conveniencias.

Las movilizaciones siguen porque los agricultores y ganaderos independientes no se conforman con las medidas y migajas que propone el ministro. Desconfían de sindicatos, de asociaciones agrarias, de políticos, políticas y del gobierno de Sánchez. Las medidas no mejoran ni solucionan el problema. Las mejoras de la cadena alimentaria que proponen no sirven para nada. Habla de simplificar y flexibilizar la PAC y lo que hay que hacer es derogarla y crear una PAC que esté exenta de burocracia inservible y de restricciones ambientalistas. La PAC tiene que servir para compensar costes de producción, hacerla rentable y que disminuya el precio de los productos de los consumidores. El ministro también habla de las clausulas espejo que son las condiciones que los agricultores españoles exigen que tengan también los países terceros extracomunitarios. Pero esto no depende del ministro, no puede dárselo. Corresponde a la comunidad europea hacerlo.

Detrás de todas estas decisiones políticas está la sombra de la Agenda 2030. Esta agenda con sus 17 objetivos y 169 metas y su aparente finalidad de «poner fin a la pobreza y el hambre y de proteger al planeta» y con su lenguaje voluntarista y rimbombante esconde un programa totalitario y liberticida. Su verdadero objetivo es sólo la dominación a través de la imposición de un nuevo orden mundial basado en un férreo control estatal y en la servidumbre de un ser humano despojado de derechos. Es una agenda totalitaria que aspira a controlar la totalidad de la vida de los individuos: que tenemos que comer, como debemos vestir, donde vivir, que tradiciones y costumbres debemos tener y cuales no, como debemos de relacionarnos con los animales etc. El concepto de libertad brilla por su ausencia. La libertad individual y la iniciativa privada son ninguneadas a favor de un constante intervencionismo estatal. Ahí, en esta agenda está la madre del cordero.

EL CINE Y LA POLÍTICA

No es buena noticia que Guadalajara se quede sin el FESCIGU. No se le puede quitar a la ciudad parte de su historia reciente y de su cultura, porque es como quitarle parte de su esencia. Si quitas y censuras todo aquello que está lejos de tí porque ellos hacen lo mismo cuando están en el poder es de una hipocresía insoportable, es poco ejemplar y es una utilización política de la libertad. Los guadalajareños queremos diversidad y pluralidad cultural, queremos libertad de expresión y tolerancia.

El asunto de la politización de la cultura es extremadamente grave, es una forma de corrupción moral y de pensamiento. Muchos de nuestros políticos creen que dar la batalla de las ideas es censurar y anular actos culturales. Ese tipo de batalla cultural es pura ideología fanática contra la que debemos rebelarnos. Nos obligan a escoger bando y eso hace mucho daño a la cultura de Guadalajara.

Soy consciente que el cine español está demasiado politizado, y eso hay que solucionarlo, pero no a golpe de cancelación. El cine es un arte con mucho trabajo, talento y profesionalidad detrás que necesita llegar a un público que lo aprecie sin prejuicios ni ideologías. El cine es una fábrica de sueños, de ideas, de sentimientos, de aspiraciones, de deseos, de esperanzas, de historias inagotables, de humanidad. Es una excelente herramienta de valores y de comunicación que se tiene que articular y cimentar a partir de la rabiosa subjetividad de miradas heterogéneas.

El cine en Guadalajara no puede convertirse en una cosa política ni en un vehículo para la propaganda del poder, tiene que ser motor de cambio social y económico para la ciudad. Todo el que busque el cine para influir en nuestras ideas políticas y para alterar los números electorales hace mucho daño a la ciudad.

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