La selección adversa en política es un fenómeno muy extendido y muy dañino, consiste en que el sistema político favorece la promoción de personas con menos escrúpulos y más oportunistas en detrimento de los más talentosos y honestos, debido a una falta de información o asimetría entre los líderes y los aspirantes a un puesto. Esto puede llevar a la corrupción, a la toma de decisiones equivocadas, al debilitamiento de la democracia y a un desinterés por parte de los ciudadanos más valiosos.
El Gobierno que hoy dice no tener nada que ver con Ábalos le dedicó una ovación de 96 segundos en el hemiciclo tras el discurso de este en la moción de censura que hizo a Sánchez presidente. “Los españoles no podemos tolerar la corrupción” decía Ábalos sacando pecho, el mismo pecho que ahora esconde en la entrada a la cárcel de Soto del Real.
Ábalos no es un cualquiera aunque ahora renieguen de él, lo ninguneen o traten de desvincularse; era el número dos del número uno, era la mano derecha de Sánchez, era el Secretario de Organización del PSOE, era uno de los ocupantes asiduos del Peugeot. ¿Quien colocó a Ábalos en una posición de poder? ¿Tiene responsabilidades por su elección?
La selección adversa en política se refiere a un fenómeno donde el sistema de selección de líderes y candidatos, debido a problemas de información asimétrica y de incentivos, favorece a los individuos menos competentes, corruptos o con menos valores democráticos. Esto ocurre porque quienes son más eficientes o honestos tienen mayores dificultades para destacar, mientras que otros, como los más corruptibles, pueden beneficiarse del sistema actual. Como resultado, el liderazgo y la calidad general de los partidos políticos y sus élites pueden deteriorarse con el tiempo. La selección adversa en Política implica que no son precisamente los mejores los que acaban llegando a ocupar puestos de mando en las organizaciones, ya sea a la secretaría general de un partido o al puesto de Fiscal General o al de catedrático de una Universidad; al revés, son las personas menos preparadas, más mediocres, más sumisos y más inmorales las que acaban ocupando puestos de responsabilidad.
Las primarias y los procesos electorales de los partidos son todo un ejemplo de ello. En vez de ser un lugar democrático, de regeneración, de liederazgo y de debate interno en el que se tenía que imponer el más preparado para ganar, se impone la endogamia interna, el elitismo y el todo vale por el poder totalitario; porque el que vence las primarias se lo lleva todo; es ahí donde radica el problema de la falta de democracia interna y de corrupción dentro de los partidos. No es de extrañar por tanto que ante tal obsesión por hacerse con el poder y el control del partido aparezcan las malas mañas, como por lo visto se hizo en el PSOE de Sánchez “pitufeando” con inmigrantes que ingresaban cantidades fraccionadas de 300 euros para burlar los límites legales.
El poder es necesario para hacer cosas de interés general; hay políticos decentes que lo alcanzan sin mentir ni hacer trampa, pero hay otros que con la mentira, con promesas falsas, con populismos y saltándose la Ley llegan a tenerlo; pero esas malas artes en democracia, tarde o temprano se pagan y les toca ir “pa´dentro”.