por AntonioDeMiguelAnton | Nov 6, 2025 | Opinión, Política
Vaya por delante que creo firmemente en el valor de la demoscopia como herramienta útil en el trabajo sociológico para tomar el pulso de la opinión pública en un momento determinado y en consecuencia prospectar tendencias para programar y diseñar políticas públicas. Pero últimamente, en esta vorágine de la política y de rachas electorales que se nos vienen encima, esta herramienta está llenando nuestro espacio y tiempo de sondeos tóxicos manipulados para crear un “momento” lineal y continuo en el que los extremos ideológicos despuntan, para de esa forma construir después falsas remontadas creadas a partir del voto útil.
Son encuestas propagandísticas realizadas con técnicas sesgadas que pueden acercarnos interesadamente o alejarnos de la realidad, y con resultados cocinados al gusto de quien las paga. Para muchos partidos son sus grandes oráculos divinos y también han pasado a ser el instrumento para influir en el voto como una forma de manipulación de lo más burda. Hasta las más serías, las del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), son usadas discriminadamente para este fin, y desde hace un tiempo son el cachondeo y el hazme reír en España.
Lo verdaderamente curioso es que a día de hoy, estos sondeos electorales tóxicos, siguen influyendo en el voto; y lo hacen condicionando ese voto de los electores, favoreciendo la participación en los comicios o provocando el auge de la abstención; modificando la opinión pública y cambiando las reglas de juego del sistema político español. Y lo hacen también activando y provocando el Efecto Underdog o de “perro apaleado”, por el cual se le otorga un voto estratégico a favor del partido que va perdiendo en las encuestas con el fin de lograr un efecto opuesto a la tendencia que sigue.
No corren tiempos para los moderados, es tiempo de polarización política. Pero como dice el filósofo Diego S. Garrocho en su ensayo “Moderaditos”: “hemos de salir de las trincheras ideológicas y ser prudentes y moderados”; porque esos extremos y esas verdades absolutas solo crean fanatismo. Los partidos se han convertido en sectas tribales en las que no se defienden las ideas porque creamos en ellas, sino porque pertenecen a los nuestros y vienen del gran líder o de las élites de los partidos. Ese defensa radical gregaria y esa adhesión acrítica por encima de lo intelectual está siendo letal en la actual política porque aceptar ideas sin pensar, solo por sumisión u obediencia hace perder la esencia de la verdadera política y de la salud democrática, ya que la buena idea -como dice Diego en su libro- no depende de la identidad del grupo, sino de la solidez del argumento.
Estas sociedades, grupos y partidos políticos tan endogámicos son de pensamiento único y no aceptan lo diferente ni la crítica; ven esa crítica como una amenaza, cuando lo deberían ver como algo saludable, como una fortaleza. Ese aislamiento, ese cerrazón, ese profundo y enfermizo dogmatismo de los mandamases de los partidos y de quienes quieren que su doctrina o sus aseveraciones sean tenidas por verdades incuestionables crea aislamiento y radicalidad.
por AntonioDeMiguelAnton | Oct 30, 2025 | Política
Escribo este artículo en el justo momento que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, está declarando ante la comisión de investigación del “caso Koldo” en el Senado. Tiene la obligación de acudir y no puede ausentarse porque la propia Constitución no lo permite y además, Sánchez tiene la obligación de decir la verdad durante toda la sesión. ¿Creen que las élites de los partidos nos dicen la verdad sobre su financiación? ¿Creen que Sánchez lo hará? ¿Creen que Mariano Moreno el ex gerente del PSOE lo hizo ante el Tribunal Supremo? No, el ex gerente no lo hizo: dijo 13 veces al juez «no lo sé» y «no lo recuerdo» para evitar explicar los pagos en B y se escudó otras tantas diciendo que «esto ya era así cuando llegué» al preguntarle por el dinero. Evasivas, lagunas de memoria y silencios otras tantas veces cuando el instructor le preguntaba sobre el sistema de pagos en metálico. Y Sánchez, a lo Houdini, hará lo mismo y por supuesto empleará “el y tú más” en no pocas ocasiones, como argumento y usará la táctica de responder a una acusación diciendo que el otro también la ha cometido, más veces y más gordas.
La financiación de los partidos en muchos casos traspasa la delgada línea roja de la malversación de fondos públicos. Cuando indagas y preguntas sobre ello obtienes más preguntas que respuestas. Deberíamos exigir a los partidos políticos, a sus cargos y a sus candidatos más transparencia y datos sobre sus finanzas. Es muy importante vigilarles para identificar irregularidades que indican un posible fraude o abuso. Deberíamos supervisarles para que no puedan influir ni mercadear en la adjudicación de contratos públicos para beneficiar a empresas que donan a sus campañas. Las normativas deberían ser más estrictas con el financiamiento político para regularlo y controlarlo; y sobre todo para evitar esas fallas y agujeros en las que son tan difíciles de controlar y dominar el delito de financiación irregular e ilegal de los partidos políticos; como por ejemplo con las donaciones en las campaña electorales o en las subvenciones públicas que salen del bolsillo de los ciudadanos y lo suelen destinar para uso del partido o de sus fundaciones, olvidando que la finalidad de ese dinero es garantizar el buen funcionamiento de las instituciones autonómicas y de ayuntamientos. Tristemente el fenómeno de la corrupción política en España se está convirtiendo en un suceso cotidianamente abrumador que ocupa y abre muchos medios informativos
Hace unos días, lo veíamos con el grupo Vox en las Cortes de Castilla-La Mancha, que fue cazado desviando dinero público, dinero nuestro de los castellano manchegos, 35.000 euros nuestros que se iban a la caja central de la formación que preside Santiago Abascal. Las Cortes de Castilla-La Mancha consideran “nula de pleno derecho” una cláusula con la que el partido de Abascal se quedaba los remanentes de dinero público enviados desde Toledo a su sede en Madrid. Para estos diputados regionales primero es el Partido y luego los castellanomanchegos. El equipo de intervención de la Junta advierte que no se ha justificado el gasto que afirma Vox de 12 empleados que en la sede nacional de Vox en Madrid dedicaron para asesorar al grupo regional. Por lo visto en ese grupo desconocen que el dinero que se entrega a los grupos viene de los castellanomanchegos y que se debe de usar exclusivamente para el funcionamiento y la representación parlamentaria dentro de Castilla-La Mancha y no al partido ni a sus fundaciones. Además de ser ilegal es muy poco ético.
Durante mi época como portavoz-concejal del Grupo Vox en el Ayuntamiento de Guadalajara, nunca transferí ni un solo euro al partido en Madrid; tenía muy claro que esa dotación económica, que cada mes nos llegaba con un componente fijo, tenía que destinarse a financiar el funcionamiento del grupo, y no ser destinadas a retribuciones personales o al propio partido. Fueron destinadas a pagar exclusivamente los gastos de funcionamiento del grupo y de su actividad; y lo que sobraba lo devolvíamos, que fue bastante.
En Vox, por aquel entonces, como dije en mi despedida como concejal y baja voluntaria en el partido, ya nos exigían y “obligaban” que un porcentaje de esa asignación la destináramos al propio partido. Y lo hacían a través de la firma de un convenio con el partido para, como decían ellos, “contribuir económicamente con los gastos que suponían, la comunicación, la formación y el asesoramiento jurídico y protocolario en la provincia”.
La cuestión es si se debe servir al partido o a los ciudadanos. Muchos eligen servir al partido para recoger sus frutos en forma de prebendas, de puestos de trabajo, de cargos, de aparecer en las listas y de otros beneficios. Otros elegimos estar al servicio de los ciudadanos. Cada cual elige a que viene a la política, y por supuesto cuando se va, eso si, si eres libre para hacerlo y tienes los garbanzos pagados fuera de ella.
por AntonioDeMiguelAnton | Oct 23, 2025 | Educación, Opinión, Política
Este próximo 29 de octubre, Valencia acogerá un funeral de Estado por las 237 víctimas de la Dana en el primer aniversario de la catástrofe que dejó tanta tragedia y tanto dolor.
Hoy, he vuelto a recuperar las fotos que hice en mi estancia allí como voluntario y que dejó una huella imborrable al vivir escenas de tanto dolor, de tanta desolación y también de tanta esperanza, compasión y consuelo por la impresionante labor de ciudadanos voluntarios que, sin medios ni entrenamiento profesional se convirtieron en los primeros en dar respuesta a la crisis en esos días de tanta tragedia. Hay momentos en la vida que se quedan mejor guardados y durante más tiempo en la memoria que en la cámara de fotos, aún sigo a día de hoy teniéndolos muy presentes en mi retina, en mi memoria y no consigo olvidarlos.
No consigo olvidar lo mal organizada y coordinada que estaba toda la ayuda, era muy ineficaz y cada voluntario ayudaba con lo que buenamente podía en un ejemplo extraordinario de solidaridad al volcarse con los valencianos afectados, echándose a la calle para ayudar debido a la inacción; por un lado de la administración y los políticos que estaban más pendientes de su guerras ideológicas y luchas partidistas incomprensibles para el común de los mortales en una situación así. Y por otro de instituciones muy bien regadas de dinero público y financiadas, pero que pierden su energía y financiación en sus recursos propios y autoorganización. Parece increíble, pero ambas no estuvieron a la altura de las circunstancias ni preparadas para hacer frente a estos desastres y a la avalancha de ayuda que hizo falta.
No consigo olvidar la cantidad de coches volcados, apilados y destrozados por todos los rincones que recorría. Tiendas, negocios y locales arrasados por el barro. Calles llenas de fango y naves industriales en polígonos devastados. Parques y jardines cubiertos de una capa marrón y montañas de barro. Vehículos marcados con una “X” donde se habían encontrado cadáveres. Furgonetas, camiones y coches cargados de guantes, fregonas, palas, escobas, jabón, agua, lejía, comida y de todo lo que en ese momento se necesitaba. No consigo olvidar los garajes y bajos llenos de lodo, las alcantarillas anegadas y ese olor fétido a podredumbre que todo lo impregnaba debido a los residuos fecales, la descomposición y la salitre acumulados.
Un año después, el dolor persiste, pero también la determinación de una sociedad que no quiere olvidar y que reclama verdad, memoria, silencio y sobre todo justicia con los que gestionaron todo desde el principio. La política, los políticos y los administradores de lo público tienen que rendir cuentas y responsabilidades de unas muertes que se deberían haber evitado en este trágico episodio de la historia de España.
Un año después las heridas aún siguen abiertas. El 20% de los negocios en locales comerciales sigue cerrado un año después, lo que supone que 460 comercios, bares y otras pequeñas actividades de servicios no reabrirán, mientras que otro 10% aún está con obras para reabrir. Además, alrededor de un centenar de industrias han cerrado por la catástrofe, el 5,8% de las existentes en esos municipios.
Un año después casi la mitad del alumnado tiene problemas de concentración y desmotivación importantes. Un año después, los 124 centros educativos afectados siguen recuperándose. Las calificaciones han bajado y los resultados de las pruebas de acceso a la universidad fueron los peores de su historia. ¿Están los centros educativos preparados si hubiera un nuevo desastre?¿Existe un protocolo anti-inundaciones para los centros educativos? ¿Hay un Plan Integral de emergencias del riesgo de inundación en todos los centros educativos de la Comunidad Valenciana?
por AntonioDeMiguelAnton | Oct 16, 2025 | Opinión, Política
“En llamas, en otoños incendiados, arde a veces mi corazón, puro y solo. El viento lo despierta, toca su centro y lo suspende en luz que sonríe para nadie:¡cuánta belleza suelta!” . Estas palabras tan bonitas escribía y sentía allá por los noventa el poeta, escritor, ensayista, diplomático y Premio Nobel de Literatura en 1990 Octavio Paz.
El otoño es tiempo de reflexión, de cambio; es como si la caída de las hojas que simboliza lo efímero y lo cambiante nos trasladase y envolviese en su ciclo vital. La naturaleza y la historia humana tienen mucho en común, los acontecimientos históricos son como las hojas, se van perdiendo en nuestra memoria y nunca permanecen fijos, se olvidan al caer.
Como cada otoño llega el premio Nobel de la Paz y en esta ocasión ha caído en un momento de máxima tensión política internacional y nacional. Este año ha sido otorgado a María Corina Machado. No se puede separar la paz de la libertad, porque nadie puede estar en paz, a no ser que tenga libertad plena. Tal vez por ello este año el Comité Noruego del Nobel ha reconocido este premio de la Paz a María Corina por la búsqueda de los derechos humanos y por la lucha contra la represión sin precedentes que hay en Venezuela y que lleva sumergiendo desde hace años en una grave crisis humanitaria al pueblo venezolano, porque el gobierno de Nicolás Maduro intensifica dramáticamente día a día sus esfuerzos para aplastar toda oposición pacífica a su mandato. Y lo hace a través de un plan continuo silenciando, y reprimiendo cualquier nota discordante de su acción dictatorial y represora; y lo hace persiguiendo, aislando, desanimando, violando y aniquilando cualquier resquicio de resistencia y disidencia.
En este camino hacia la paz y hacia la libertad María Corina ha dado pasos muy grandes y valientes y por eso se le ha concedido este alto reconocimiento tan importante que reconoce la lucha no solo para Machado, sino también para el pueblo de Venezuela, que durante años ha soportado la represión y la persecución por atreverse a pensar diferente y a cuestionar a las autoridades por las violaciones de derechos humanos. Este premio va dirigido a todas esos venezolanos que han sido capaces de oponerse, de criticar y de enfrentarse a la crueldad del gobierno de Maduro. Este premio es un premio a la resistencia, a la justicia y a quienes asumen riesgos personales para buscar la libertad.
Ayer, en el Congreso de los Diputados, durante la sesión de control al Gobierno en el Pleno, la portavoz adjunta del PP Cayetana Álvarez de Toledo tras su pregunta de por qué el Gobierno no ha felicitado públicamente a la opositora venezolana, pidió un aplauso en pie para «esta heroína de la democracia». Esta ovación no fue correspondida por ningún otro grupo en el hemiciclo. Les confieso que no me extraña la decisión y la indiferencia del resto de los Grupos; todo ello es, por un lado la muestra y el fiel reflejo de lo que marca el presidente Pedro Sánchez al no querer felicitar a la premiada, escondiéndose de nuevo en la mentira al decir que “no se pronuncia nunca”, cuando en hasta en seis ocasiones felicitó Sánchez a ganadores de tan insigne galardón otros años; tres como secretario general del PSOE y otras tres siendo ya presidente del Gobierno. Y por otro lado tampoco me sorprende el silencio y la inacción del Grupo Vox tampoco me sorprende, porque Vox hace tiempo que se convirtió en una manada a modo de secta en la que si falta el macho alfa o no levanta la patita nadie lo hace sin su consentimiento o aprobación. Esta organización, que poco difiere en su estructura jerárquica y funcionamiento al de una secta recolecta cerrilmente seguidores, los despersonaliza y les da un cargo o responsabilidad obligándolos sumisamente a acatar servilmente sus creencias, sus normas, su funcionamiento, sus mentiras; y lo hace mediante variadas técnicas de engaño, de coerción psicológica, de amenazas, de ostracismo al disidente o al que piensa diferente o tiene criterio distinto. Me consta de muy buena tinta que muchos diputados del Grupo Vox se quedaron con las ganas de aplaudir apasionadamente y de levantarse efusivamente.
por AntonioDeMiguelAnton | Oct 10, 2025 | Opinión, Política
El «Ánimo, Alberto», chulesco, áspero, arrogante y matón de Pedro Sánchez a Alberto Núñez Feijoo además de suponer un insulto a la institución y a la Política con mayúsculas, lleva una carga de polaridad que en algún momento se le volverá como un búmeran y con mayor carga beligerante.
Este «Ánimo, Alberto» y su posterior celebración entre risas y resarcimientos es la muestra evidente de la España dividida, polarizada y enfrentada en la que vivimos por los políticos que tenemos. La Política es un problema porque nos está dividiendo cada vez más y se está creando un caldo de cultivo de enfrentamiento continuo, de crispación, de odio y de bronca.
Este estado de ánimo tan polarizado hace que no avancemos como país y que no se puedan resolver los problemas y las discrepancias, que antes podían resolverse mediante el diálogo y la búsqueda de acuerdos, pero hoy se transforman con facilidad en conflictos personales. La política actual, en lugar de unir a la sociedad en torno a proyectos comunes, parece empeñada en levantar muros que separan a los ciudadanos. Esta polarización política no es un fenómeno nuevo, pero su intensidad actual sí lo es y es muy preocupante. Las redes sociales además amplifican los discursos más extremos y castigan la moderación. Los algoritmos premian la indignación, y los líderes políticos aprenden rápidamente que el enfrentamiento genera más visibilidad que el consenso. En este clima, las posiciones intermedias son vistas como traición o debilidad, y el diálogo como una pérdida de tiempo.
Las consecuencias de esta política enconada son profundas. En primer lugar, erosiona la confianza en las instituciones democráticas. Si el adversario es considerado un enemigo, la tentación de deslegitimar sus victorias electorales o sus opiniones se vuelve constante. Además, la crispación política se traslada al ámbito social: familias, amigos y compañeros de trabajo evitan hablar de política por miedo a discutir o romper vínculos personales. El problema no radica únicamente en los partidos o los dirigentes. También los ciudadanos tenemos responsabilidad. Al consumir información sesgada, compartir mensajes sin verificar o encerrarnos en burbujas ideológicas, contribuimos a mantener el clima de división. La democracia no puede sostenerse sin una base mínima de respeto mutuo, y ese respeto solo se construye reconociendo la legitimidad de las opiniones ajenas.
Es urgente recuperar la capacidad de dialogar sin agredir, de disentir sin destruir. La política debería ser el espacio donde los desacuerdos se procesan de forma civilizada, no el campo de batalla donde se anulan las diferencias. La sociedad necesita menos gritos y más argumentos; menos odio y más empatía. Solo así podremos pasar de una política enconada que enfrenta a los ciudadanos a una política madura que los une en torno a un objetivo común: el bienestar colectivo y la felicidad.
La felicidad también debería ser una prioridad política, pues esa infelicidad contribuye aún más a la polarización política, reduce la productividad e incluso puede representar un riesgo para la democracia. Deberíamos reflexionar sobre una magnífica frase del escritor Albert Espinosa que dice que “no existe la felicidad, sino ser feliz cada día» y como dice una alumna gambiana mía en uno de sus maravillosos raps, que crea habitualmente, deberíamos convertirnos en “activistas de la felicidad” para como dice una cita de Clint Eastwod, en el último libro de Albert “Estaba preparado para todo menos para ti”, poder “soñar no con dejar un planeta mejor a nuestros hijos, que también, sino con dejar unos hijos mejores para nuestro planeta”.