por AntonioDeMiguelAnton | Dic 2, 2024 | Opinión, Política
“Lealtad para militar en el PSOE y más lealtad que nunca hacia el Gobierno” reclamaba Zapatero en el pasado congreso de este partido celebrado este fin de semana.
La lealtad es un valor importantísimo basado en la confianza, en la seguridad y el respeto. Desde siempre ha sido un mecanismo de supervivencia. Sin embargo, cuando esta lealtad es ciega y no hay cabida a disentir y discrepar porque se tiene que estar de acuerdo con todo y hay que darle la razón en cada cosa que haga y diga el líder acatando a rajatabla sus órdenes, entonces eso no es lealtad es sumisión completa, es servilismo fanático. Cuando no puedes transmitir lo que opinas desde el respeto, cuando no te puedes negar a participar de un delito o aceptar una norma injusta, ilegal o amoral en una organización, es que estás en una secta. Todos los partidos que tenemos en España son organizaciones que ejercen este tipo de presiones y mandamientos a sus bases y militantes.
A Lobato, “el verso suelto” discrepante y ya exlíder del PSOE en Madrid le ha pasado lo mismo que al montañero Núñez -protagonista del libro “El país de los ciegos”- en su intento por coronar una montaña en los Andes, cuando resbala y cae por una ladera nevada y al incorporarse comprueba aturdido que se encuentra en un valle aislado del resto del mundo por profundos precipicios, en el que sus habitantes son todos ciegos. En esta obra de H.G Wells se nos sumerge en una sociedad aislada donde la ceguera es algo con lo que conviven sin darse siquiera cuenta de ello, pero que para el montañero Núñez se convertirá en la condición y obligación necesaria de extirpar sus ojos para vivir allí y ser aceptado en la aldea.
Esta ceguera es la que te piden cuando quieres pertenecer o representar a un partido en España. Esta ceguera ética es como una oscuridad impenetrable que nos vacuna contra cualquier amoralidad que nos aceche dentro el partido, aunque se encuentre delante y sea terrorífica. El país de los ciegos nos habla de esta ceguera, de la no visión, de lo oscuro que penetra, de aquello que no podemos observar pero que, sin embargo, sentimos a nuestro alrededor. Si intentas escapar de la nieve y del frio trepando montañas porque aquello que has visto dentro no es verdad y eres esclavo de sus élites sin escrúpulos y sin conciencia, entonces vivirás y sentirás el ostracismo y la persecución de todos los ex-compañeros ciegos que como un rebaño siguen las ordenes del líder y de su fuerte estructura jerárquica para destruirte sin compasión por haber dejado de acatar servil y ciegamente los intereses y conveniencias del aclamado líder.
por AntonioDeMiguelAnton | Nov 25, 2024 | Naturaleza, Opinión, Política
100.000 olivos están siendo expropiados y arrancados en el Paisaje del Olivar de Jaén para construir una megaplanta fotovoltaica. La instalación solar proyectada se sitúa entre los términos municipales de las poblaciones de Lopera, Arjona y Marmolejo; en concreto son cinco plantas troceados y fragmentados en proyectos más pequeños que no superen los 50 megavatios o las 100 hectáreas de superficie ocupada para eludir el control de las administraciones. Su extensión total será de 895 hectáreas, el equivalente a 895 campos de fútbol.
La proliferación de este tipo de proyectos al olor de los fondos europeos Next Generation empieza a ser muy común en España, así como los procesos de expropiación forzosa o de ofrecer a los propietarios de las tierras una renta por el alquiler de la tierra aprovechando la situación actual de vulnerabilidad y problemática que vive el mundo rural y la agricultura; en muchos casos en complicidad con las administraciones y las corporaciones locales. Esta situación está provocando grandes conflictos sociales en las zonas afectadas, creando polaridad entre los vecinos, unos partidarios y otros detractores a estas instalaciones. Estas empresas que llegan a nuestros pueblos a especular con nuestras tierras les suelen ofrecer a los propietarios un arrendamiento anual a 30 años entre 1.000 y 1.500 euros por hectárea, y luego se lo revenden a fondos de inversión a 10.000 euros la hectárea, es decir, dan diez veces menos que su valor real.
El gran y ambicioso negocio de la Agenda 2030 y del Cambio Climático ha determinado las políticas nacionales y han hecho proliferar “Planes de acción climática” para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, sobre todo del CO2 antropogénico; porque dicen que es el cusante del cambio climático. Para conseguirlo, este Plan en España establece que el 48% del uso final de la energía y el 81% de la generación eléctrica sean de origen renovable. Esto se traduce en que, para 2030, España deberá contar con 62 GW de potencia instalada de energía eólica —de los que 3 GW serán de eólica marina—, 76 GW de solar fotovoltaica, 14,5 GW de hidráulica y 4,8 GW de solar termoeléctrica. Por tanto, para cumplirlo, todavía necesitamos el doble de las instalaciones eólicas existentes y más del 40% de la energía fotovoltaica que tenemos actualmente. A esto hay que añadirle que el grado de dependencia energética exterior en España es ahora del 75%, importando alrededor de tres cuartas partes de la energía primaria consumida, con un autoabastecimiento solo al 25%. Eso supone una factura anual de más de 45.000 millones de euros.
¿Podremos ser soberanos e independientes energéticamente con este tipo de energía renovable en España? ¿Será compatible esta transición energética con la preservación del medio rural, del sector primario, del paisaje y de la biodiversidad de nuestros espacios naturales?
Este próximo miércoles 27 de noviembre, en el centro cultural de la Fundación Ibercaja, tendrá lugar una conferencia con el titulo “El mundo rural: renovables y campo”. Con ella la organización SOS Rural quiere por un lado hacer eco y reflexionar sobre la necesidad de regular las macroplantas fotovoltaicas y eólicas en España, amenazada por la proliferación descontrolada de macro plantas que ponen en riesgo la soberanía alimentaria de España. Y por otro denunciar que no hay mayor alteración del ecosistema que la que se produce cuando se construye una macroplanta fotovoltaica y eólica, tras la que no vuelve a crecer nada en décadas.
Estamos cambiando los paisajes y los alimentos que produce nuestra tierra por paneles solares, plástico y tornillos que esterilizan nuestro campo y que traerá la descapitalización alimentaria y por tanto la importación masiva de alimentos de terceros países que no han cumplido con los rigurosos estándares de calidad europeos poniendo a los agricultores españoles en una situación muy precaria. Estas plantas, son construidas utilizando un recurso que es escaso e irremplazable: el suelo. La construcción de las plantas conlleva movimientos de tierras, soterramientos, cimentación y vallados que afectan al suelo de una forma prácticamente irreversible y que si no son realizados de una forma adecuada pueden conducir a mayores riesgos de erosión y escorrentías. Además, en la mayoría de las ocasiones el suelo que es utilizado para estas plantas es sustraído de la producción agrícola y ganadera con lo que en el largo plazo podemos poner en riesgo nuestra soberanía y seguridad alimentaria.
Energía, alimentación y medio ambiente pueden y deben ser compatibles. Las energías renovables son y serán importantes en el desarrollo energético de nuestro país, pero es fundamental dar a conocer la otra cara de la moneda que no se muestra, como por ejemplo el impacto de este tipo mega plantas energéticas sobre la biodiversidad y en el paisaje de nuestro entorno. Lo que no nos cuentan cuando se escudan en el cacareado “es de interés público” es el enorme impacto medioambiental de la energía fotovoltaica debido al uso de materiales muy contaminantes en su fabricación, de los potenciales residuos que se generan al final de su vida útil, de la ocupación de territorio y su afección a la biodiversidad y de los impactos paisajísticos. Por supuesto tampoco les importa mucho estas expropiaciones forzosas que sufren muchos agricultores que en numerosas ocasiones no son siempre justificadas.
Lo que tampoco nos cuentan es que tan solo el 20% de la energía solar obtenida por los paneles se convierte en electricidad, mientras que el 80% restante contribuye al calentamiento y aumento de temperaturas en las zonas cercanas al lugar en el que están instalados. Por tanto la proliferación y colocación de estos paneles solares en las ciudades podría incrementar el fenómeno de las islas de calor urbanas, principalmente en zonas donde hay poca o ninguna vegetación.
Tras la excusa de querer proporcionar energía limpia para miles de hogares se ha construido una burbuja que tiene tintes de estafa, que está enriqueciendo a empresarios y mega empresas y fondos de inversión con intereses exclusivamente económicos por encima de sociales, ambientales y rurales, importándoles muy poco la herida tan grande que estas macro instalaciones dejarán en el territorio rural de nuestro país.
por AntonioDeMiguelAnton | Nov 18, 2024 | Naturaleza, Opinión, Política
Lo que realmente mata es no planificar la capacidad de respuesta; lo que mata es dar permisos y construir infraestructuras al límite en zonas de alto riesgo inundables; lo que mata es el modelo de edificación en España, en especial en el litoral mediterráneo, donde se antepone la especulación urbana por encima de la seguridad. Lo que mata es no hacer política de prevención. Lo que mata es la falta de inversión en obras hidráulicas. Lo que mata es el incumplimiento de la ejecución de esas inversiones hidráulicas una vez anunciadas en los programas electorales. !Estos si que son bulos!
Lo que mata es edificar mucho y mal. Lo que mata es la mala gestión política en estos desastres. Lo que mata es no actuar rápidamente y con equipos idóneos formados para la prevención. Lo que mata es la descoordinación y disfunciones entre los distintos niveles administrativos. Lo que mata es no tener una respuesta política eficaz. Lo que mata es el populismo y los intereses electoralistas. Lo que mata es estar mas pendiente del tira y afloja, del cruce de acusaciones y de emitir la respuesta política adecuada que en salvar vidas. Lo que mata es la burocracia, el partidismo y la mala coordinación. Lo que mata es una comunicación nefasta que llega tarde y también la falta de mensajes de alerta efectivos y adecuados a tiempo. Lo que mata es la falta de rigor y humildad en la gestión. Lo que mata es la ausencia de formación y protocolos de emergencias efectivos. Lo que mata es la gestión incorrecta de las cuencas de ríos y barrancos.
En estos día estamos viendo como muchos políticos quieren tapar sus malas decisiones, sus momentos lamentables de incumplimientos y negligencias con excusas y justificaciones absurdas; y lo hacen para evadirse de sus responsabilidades. Y lo hacen todos a una porque el argumentario del partido así se lo pide. Aquí en Guadalajara el Presidente de las Cortes de Castilla-La Mancha y secretario general del PSOE de la provincia de Guadalajara salía estos días con una artículo de opinión achacando todo al cambio climático y a los “terraplanistas” que lo niegan. ¿Se puede ser más inmoral, cínico y populista?
¡Y no crean que este asunto no nos afecta a los guadalajareños! Ayer mismo paseaba por el barranco del Arroyo de Monjardín en el Remate de Las Cañas en la ciudad de Guadalajara y pude comprobar la situación de dejadez de nuestro cauce del río Henares y de nuestros barrancos. La limpieza de los barrancos y cauces debe ser una prioridad, se deben de tener sin obstáculos y con una atención y supervisión técnica adecuada a modo de prevención. Tiene que haber unos planes de actuación para prevenir posibles inundaciones y por supuesto la debida atención y restauración hidrológico-forestal para corregir el deterioro del suelo y la cubierta vegetal, mediante la conservación o la reforestación con especies autóctonas o mediante la aplicación de medidas de control de la erosión, que disminuyen la producción de escorrentía, como pueden ser la corrección de laderas, la corrección de torrentes mediante presas o la corrección de prácticas agrícolas.
Pedir perdón, admitir sus errores y dimitir nunca entra dentro de la cultura política ni en su estrategia. Prefieren culpar al contrario o declinar la culpa en absurdeces como el cambio climático e incluso usan estas catástrofes para echar los muertos sobre sus adversarios con el fin de ganar votos. ¡Qué indecencia!
por AntonioDeMiguelAnton | Nov 11, 2024 | Opinión
Esta DANA de Valencia no solo va a dejar barro y multitud de vidas y daños materiales, también un profundo daño emocional en muchísimas personas que lo han perdido todo. Me decía este fin de semana pasado Miguel, un vecino de Catarroja -al mostrarme como había quedado su cochera y almacén- que habían perdido todo lo que estaba por debajo de dos metros de altura, que se habían quedado sin casas, sin furgonetas, sin recuerdos; el agua ha arrasado sus hogares, sus negocios y lo que es peor, la vida de sus seres queridos. He podido comprobar que se están empezando a reparar daños materiales, pero también hay que comenzar a reparar el daño psicológico de las personas afectadas. Caminar por las zonas cero de localidades como Masanasa, Torrent y Albal es como pasear por el infierno, a pesar de haber pasado ya once días desde de la tragedia.
Alfredo, un camionero voluntario que me encontré sacando barro de Masanasa, me decía -al pedirme unos guantes nuevos- que “aquí necesitan mucha ayuda y de todo tipo durante mucho tiempo”. Sin duda, allí se puede ver la solidaridad en cada paso que das, en cada rincón que visitas; en el ejercito, en las fuerzas de seguridad, en bomberos y sobre todo en oleadas de grupos de amigos y de mucha juventud entregada a dar lo mejor de ellos para ser parte de la solución; ofreciéndose en las peores tareas como la de sacar el barro de los garajes y en labores de limpieza de casas y calles, o en repartos de material por los barrios afectado yendo puerta a puerta para ofrecer botas de agua, EPI, lejía, guantes, papel higiénico, fregonas y el preciado y perseguido detergente para lavar.
Cuando entras en estas zonas cero hay una mezcla de sentimientos; por un lado te aborda la ilusión de la solidaridad que ves, de la esperanza que se intenta trasmitir, pero también te viene a visitar y aparece la tristeza y la desazón al ver la devastación sobre el terreno once días después de la catástrofe. Allí se puede ver lo mejor que tiene cada uno para ayudar a los demás, se puede ver a la juventud entregada y solidaria y un ejercito y fuerzas de seguridad que te dan hasta su agua y su propia comida si te ven sediento y con hambre.
Regreso a Guadalajara con imágenes de destrucción, con imágenes de zonas de guerra, con miles y miles de coches amontonados y con mucha gente intentando limpiar sus calles de fango, agua y también dolor; y sobre todo regreso a Guadalajara con el eco de las palabras que me dijo José entre lagrimas, un octogenario de Torrent al que el agua se le había llevado todo y que vino a pedirme un cepillo y una fregona: “esto va para largo, por favor no nos olvidéis pronto”. Uno de los temores de los afectado es el ser olvidados; en las primeras semanas de las las catástrofes, los medios de comunicación, los voluntarios y las organizaciones están ayudando en primera linea, pero según pasa el tiempo el riesgo a ser olvidados aumenta.
por AntonioDeMiguelAnton | Nov 4, 2024 | Opinión, Política
Son días de fango y muerte y a nuestros dirigentes políticos les toca mancharse las botas para bajar al barro, pero para ello deben de enfrentarse con rapidez y decisión a las tareas más difíciles, ingratas y desafiantes que se les presentan como gobernante aunque sean incómodas.
La desastrosa gestión de esta catástrofe nunca se nos va a olvidar. Esta descoordinación y falta de la atención a las víctimas y a los damnificados no se olvidará. La lenta respuesta de la administración autonómica que estaba al mando no se olvidará. El número de desaparecidos, que la administración se ha guardado a cal y canto no se olvidará. Que cientos de personas tuvieran que dormir al raso, en terrazas y azoteas, en casas de conocidos o incluso desconocidos que los habían acogido, en sus fábricas o hasta en un cine no se olvidará. Los testimonios del dolor incontables de muchos afectados y de sus familias y amigos no se olvidará jamás. El aluvión de voluntarios para suplir la no ayuda de las instituciones y del gobierno no se podrá olvidar jamás. La gran cantidad de heridos y las muchas infecciones que empiezan a aparecer motivadas por el agua estancada no se olvidará. La destrucción de embalses, la no limpieza de cauces de ríos no se olvidará. El mal reparto y la mala atribución de competencias entre el Gobierno central y los ejecutivos autonómicos -que ha sido lamentable- en esta catástrofe natural jamás se olvidará. El retraso, la confusión, la descoordinacion entre instituciones, la incompetencia, las disfunciones, la burocracia que ha producido muertes y el enfado con la clase política no pasará por alto ni se olvidará. El mensaje tardío por las instituciones y gobiernos de la alerta roja lanzada por la AEMET a primera hora de la mañana del día del desastre no se olvidará. El fracaso de los planes de emergencia autonómicos y nacionales no se olvidará.
El modelo ha fallado, no ha sido eficaz, ha llegado tarde, no ha evitado muertes. El ejercito debería haber entrado desde el minuto uno, pues es el mejor preparado para reabrir vías de comunicación, distribuir alimentos y rescatar personas. La Ley orgánica 5/2005 de la Defensa Nacional en su articulo 15 dice que “Las Fuerzas Armadas, junto con las Instituciones del Estado y las Administraciones públicas, deben preservar la seguridad y bienestar de los ciudadanos en los supuestos de grave riesgo, catástrofe, calamidad u otras necesidades públicas, conforme a lo establecido en la legislación vigente.”
La desconfianza en nuestra clase política tras estos acontecimientos es muy grande y evidente. Hoy, muchos, te dirán que esta desgracia de Valencia está sirviendo para que el mensaje anti política eche raíces y crezca en España. ¡No!, lo que ha pasado es que el sistema ha sido incompetente y ha fallado principalmente por la ineficacia de unos políticos nefastos incapaces de gestionar ni su comunidad de vecinos porque no tienen ninguna formación ni preparación y sólo están a sus intereses. Es normal que muchos españoles -que les han dado un ejemplo de solidaridad y valentía- estén indignados y que ya no confíen ni en políticos ni en el sistema que les ha llevado donde les ha llevado.
La evidente gestión descoordinada, ineficaz y poco operativa por parte de la administración autonómica de esta catástrofe que ha destrozado miles de coches, de viviendas, de fábricas, de infraestructuras y sobre todo muertes, muchas muertas ha indignado a los españoles, que además ven como día a día incumplen promesas que, en esta oportunidad podrían haber dado una solución a un problema que se conoce muy bien desde hace mucho tiempo debido a la construcción incontrolada a día de hoy en terrenos inundables. En el 2004 el gobierno de aquel entonces en Valencia anunciaba la creación de una presa en Cheste para evitar que los 16 pueblos afectados estos días por esta Dana estuviesen con miedo y mirando al cielo cada vez que llegan tormentas. Es por todos conocidos desde hace años que los barrancos y la rambla del Poyo castigan con grandes inundaciones estas zonas año tras año de Paiporta, Ribarroja, Torrent, Quart de Poblet, Mislata, Picanya, Godelleta y Massanassa entre otros.¿Por qué quedan impunes las promesas incumplidas de los políticos? ¿Cuál es el coste al País de ello? ¿Este? Es demasiado precio el que pagamos.