Lo que realmente mata es no planificar la capacidad de respuesta; lo que mata es dar permisos y construir infraestructuras al límite en zonas de alto riesgo inundables; lo que mata es el modelo de edificación en España, en especial en el litoral mediterráneo, donde se antepone la especulación urbana por encima de la seguridad. Lo que mata es no hacer política de prevención. Lo que mata es la falta de inversión en obras hidráulicas. Lo que mata es el incumplimiento de la ejecución de esas inversiones hidráulicas una vez anunciadas en los programas electorales. !Estos si que son bulos!

Lo que mata es edificar mucho y mal. Lo que mata es la mala gestión política en estos desastres. Lo que mata es no actuar rápidamente y con equipos idóneos formados para la prevención. Lo que mata es la descoordinación y disfunciones entre los distintos niveles administrativos. Lo que mata es no tener una respuesta política eficaz. Lo que mata es el populismo y los intereses electoralistas. Lo que mata es estar mas pendiente del tira y afloja, del cruce de acusaciones y de emitir la respuesta política adecuada que en salvar vidas. Lo que mata es la burocracia, el partidismo y la mala coordinación. Lo que mata es una comunicación nefasta que llega tarde y también la falta de mensajes de alerta efectivos y adecuados a tiempo. Lo que mata es la falta de rigor y humildad en la gestión. Lo que mata es la ausencia de formación y protocolos de emergencias efectivos. Lo que mata es la gestión incorrecta de las cuencas de ríos y barrancos.

En estos día estamos viendo como muchos políticos quieren tapar sus malas decisiones, sus momentos lamentables de incumplimientos y negligencias con excusas y justificaciones absurdas; y lo hacen para evadirse de sus responsabilidades. Y lo hacen todos a una porque el argumentario del partido así se lo pide. Aquí en Guadalajara el Presidente de las Cortes de Castilla-La Mancha y secretario general del PSOE de la provincia de Guadalajara salía estos días con una artículo de opinión achacando todo al cambio climático y a los “terraplanistas” que lo niegan. ¿Se puede ser más inmoral, cínico y populista?

¡Y no crean que este asunto no nos afecta a los guadalajareños! Ayer mismo paseaba por el barranco del Arroyo de Monjardín en el Remate de Las Cañas en la ciudad de Guadalajara y pude comprobar la situación de dejadez de nuestro cauce del río Henares y de nuestros barrancos. La limpieza de los barrancos y cauces debe ser una prioridad, se deben de tener sin obstáculos y con una atención y supervisión técnica adecuada a modo de prevención. Tiene que haber unos planes de actuación para prevenir posibles inundaciones y por supuesto la debida atención y restauración hidrológico-forestal para corregir el deterioro del suelo y la cubierta vegetal, mediante la conservación o la reforestación con especies autóctonas o mediante la aplicación de medidas de control de la erosión, que disminuyen la producción de escorrentía, como pueden ser la corrección de laderas, la corrección de torrentes mediante presas o la corrección de prácticas agrícolas.

Pedir perdón, admitir sus errores y dimitir nunca entra dentro de la cultura política ni en su estrategia. Prefieren culpar al contrario o declinar la culpa en absurdeces como el cambio climático e incluso usan estas catástrofes para echar los muertos sobre sus adversarios con el fin de ganar votos. ¡Qué indecencia!

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