Uno de los errores que cometemos cuando nos ponemos a reflexionar sobre un asunto, en una charla o delante de un teclado para escribir; es el de martillear constantemente con el problema y olvidar la solución. En el asunto de la educación es muy habitual escuchar que el modelo educativo en el que educamos es muy hostil, estándar y muy cerrado… Que el método es poco creativo, uniforme, lineal y estándar…Que la selección y formación del profesorado no es la adecuada para adaptar y capacitar a estos, en las tareas que luego encontrarán en la realidad de las aulas…Que el curriculun y las técnicas son poco realistas, poco adaptados a los tiempos actuales y poco acordes a las necesidades concretas de cada alumno…Que la organización y gestión está muy burocratizado y politizada, alejadas de lo educativo y muy próximas a otras conveniencias e intereses. En definitiva que urge una transformación educativa y diseñar un nuevo modelo de sistema educativo, cambiando los paradigmas de la educación y esa vieja concepción que tenemos de ella. Con nuevas metodologías y contenidos; que tenga un curriculum más realista, que profesionalice la gestión de sus centros educativos, que se autoevalúe de una forma continua y que haga una innovación contextualizada acorde la realidad en que vivimos.
A mi modo de ver -y retomando el asunto escurridizo de la solución- la propuesta transformadora de modelo educativo y de sociedad que deberíamos abordar, tiene que pasar por liberalizar la educación y por humanizarla. De estos dos asuntos, sobre estas dos soluciones, sobre cómo hacerlo es de lo que quiero escribir hoy.
¿Se han dado cuenta que la educación que damos a nuestros hijos la pagamos pero no la elegimos libremente? Destinamos un 15% de todos los impuestos directos e indirectos a pagarla. No crean que nos regalan esa educación; una persona con un sueldo medio, está destinando a educación estatal unos 800 euros anuales a financiara la educación no universitaria de sus hijo. Una pareja 1.600 euros. Financiamos la educación a través de impuestos y gasto público pero no podemos elegir con libertad el centro educativo que queremos para él.
El gasto medio por alumno- en educación estatal- en los 12 años de enseñanza no universitaria es de 3.400 euros. Esto haría un total de 41.000 euros el montante necesario para educar a un niño hasta la universidad. Si dividimos este gasto en los 35 años de vida laboral de una persona, nos da un coste anual de 1.100 euros. Es decir, esta pareja paga 1.600 euros por su hijo en impuestos, pero solo le cuesta 1.100 euros educarlo…Que es bastante más de lo que pagaría si la educación elegida fuera privada, como un 35% más.
El estado no debería enseñar; tiene que facilitar esa enseñanza, regularla y poner a disposición de los padres el derecho a elegir libremente el modelo de educación que quieren para sus menores. La solución, la formula es que los padres recibiesen un cheque anual por un importe medio del coste de un puesto en un colegio estatal. Con este bono podrían decidir con absoluta libertad a que centro público-concertado o privado matricularlo. De esa forma todos los padres elegirán con absoluta libertad y los que quisieran podrían complementar con su propio pago el incremento de precio de la escuela elegida si fuese más elevado. Elegir los padres y no imponer el estado, esto si sería una verdadera libertad de elección de centro y en consecuencia de educación. De esta forma las familias de rentas bajas podrían acceder a la educación concertada
Además los colegios estatales, no desaparecerían del mapa educativo, al contrario, entrarán en competencia por recibir la matricula de esos padres, y se esforzarán por ofrecer mejor calidad en su proceso de enseñanza- aprendizaje. Reforzando, en contra de los que algunos creen, la escuela pública, que inexorablemente reducirá costes, mejorará su gestión, sus recursos, la calidad de educación que ofrecen y fomentando la innovación y formación de su profesorado.
El impulso liberalizador que provocará el cheque escolar, permitirá -como les he comentado- fortalecer la educación y además un ahorro público. Elegir a los padres con libertad el centro educativo que quieren para sus hijos. De esta forma haremos de la educación un verdadero instrumento, para hacer una sociedad sin barreras económicas, sociales, ideológicas y burocráticas; con mayor igualdad de oportunidades, más desarrollada, en definitiva más libre y más humana.