Hace unos días tuve la fortuna de charlar durante un rato con un gallego de los que aman su tierra, de los enamorados de sus cultura, de sus ritos, de su hermosa lengua, de sus tesoros gastronómicos, de su folklore, de sus tradiciones más ancestrales como su matanza, la quemada, sus magostos, las filloas o la noche de San Juan.
Galicia es una parte de España con costumbres y creencias muy ancestrales, con gentes que aman profundamente su tierra y que están dispuestos a luchar incansablemente por ella.
Este gallego del que os hablo es uno de ellos. En sus palabras se podía sentir todo este amor a su “terruño” y su miedo a que la falta de trabajo, la poca rentabilidad de los productos agro-ganaderos estrella gallegos y la despoblación del rural provoque la falta de relevo generacional en muchas granjas y en muchos campos de Galicia.
Me habló de la leche gallega, de como los bajos precios de esta excelente leche ha obligado a medio millar de ganaderos y explotaciones lácteas echan al cierre cada año por la poca rentabilidad. Me habló de lo que hacen para sobrevivir y de la producción láctea dependiente del mercado. Me hablo de las ayudas de las ayudas europeas de la Política Agraria Común (PAC) para sobrevivir la ternera gallega. De la crisis agravada por el excedente de leche en los países europeos y de como estos ganaderos gallegos son los que menos cobran por la venta del litro de leche en España y en Europa.
Me habló de pimiento de padrón y de las dificultades con las empresas distribuidoras para llegar a acuerdo que les garanticen unas ganancias razonables y rentables a agricultores y cooperativas como para no tener que poner cierre a sus negocios. Me contó que ya han cerrado muchos.
Me habló de uva albariña, de la rentabilidad, de las dificultades de los viticultores para que su mercancía sea pagada en un plazo mínimo y no año y medio. Y sobre todo de ser pagada en su totalidad.
Hablamos de los valores tan importantes y fundamentales que esconde la sociedad rural, de respeto, de colaboración, de solidaridad, de ayuda mutua; valores que se han perdido en las grandes ciudades hipotecada a una vida precipitada, incomunicativa, insolidaria que vive tan rápida y tan precipitada, que vive con tanto estrés y ansiedad que no tiene ni un minuto para compartir escuchando al de al lado.
Hablamos de cómo el propio mundo rural minusvalora su propia forma de vida y de cómo deben de empezar a defender mejor su propia identidad y también a aumentar su sentido de autoestima, conservando, divulgando y poniendo en valor sus grandes valores y su alta calidad de vida, porque de no hacerlo se verán abocados y abducidos por el modelo de vida urbano.
Prometí a este gallego seguir hablando con él para conocer la problemática de su día a día con el mundo rural y natural gallego, con sus administraciones, con sus políticos, con sus grupos conservacionistas. Prometí escucharle, divulgar su problemática, sus sin dormires… Y prometí ayudarle a encontrar soluciones. Es lo que hoy empiezo con este pequeño artículo.
Para terminar quiero lanzarles unas breves pinceladas del asunto lobo, otro día me extenderé con más profundidad para explicarles la conveniencias que rodea al conflicto “lobo”. Tras la guerra de esta especie, icono del conservacionismo y proteccionismo español y su defensa se esconden interés muy espurios y un plan tejido desde el corazón del lobby del proteccionismo y animalismo más rancio, interesado y radical que se puedan imaginar. Ellos conocen perfectamente que la protección del lobo en España no acarreará, ni significará su conservación absoluta, sino todo lo contrario, será la guerra más cruel y más sangrienta que pueda desencadenarse en torno a todos los sectores directamente relacionados con este asunto… Será la “gran guerra del lobo”. Viviremos condenados a una guerra continua entre ganaderos y conservacionistas si no se escuchan ambas partes y ambos intereses. Y para ello hemos de dejar a un lado el mensaje extremista y radical que algunos quieren llevar al ámbito de la ley para vivir de este conflicto, que saben perfectamente de antemano que se reavivará.
Estallará la guerra del lobo si la sociedad civil española, sensibilizada con este bello animal, no se da cuenta de los intereses reales de estos falsos conservadores -preñados de intereses políticos e ideológicos- de nuestra naturaleza que quieren vivir del conflicto. Estallará la guerra del lobo si los partidos políticos buscan réditos electorales con este asunto. Estallará la guerra del lobo si los grupos ecologistas no favorecen de una forma real la coexistencia entre el lobo y ganaderos. Estallará la guerra del lobo si no se elabora urgentemente un plan de convivencia estratégico efectivo y con el dialogo y consenso de ambas partes. Estallará la guerra del lobo si no se escucha a los verdaderos custodios de ese mundo rural ye legisla sin escucharlos y sin tener en cuenta sus intereses y su problemática para mantener los agro-ecosistemas. Ninguna solución podrá agradar a todos pero todos tienen que ser parte de la solución.
Desde hace unos años, ha aparecido en escena un nuevo actor en este asunto del lobo; la figura del conservacionista radicalizado con la defensa del lobo vivo por una cuestión de altruismo y amor al lobo y al patrimonio natural de España. Creen ser herederos del legado ideológico de Félix Rodríguez de la Fuente y se adueñan hasta de su imagen. Es difícil desenmascarar y sacar a la luz las verdaderas intenciones de estas personas que presumen de idear y poner en funcionamiento nuevas formulas de gestión del lobo. Tienen seguidores tan fieles como ciegos y no se dan cuenta de las razones reales de estos vende-ungüentos y de sus verdaderas razones de esta defensa radical del lobo tan preñada de conveniencias personales.
He de confesarles que fui fundador y secretario de la plataforma “Lobo Marley” durante unos años. Lo fui hasta el justo momento en el que descubrí y me enfrenté a las verdaderas razones espurias con las que algunos miembros de esta asociación (actuales dirigentes) querían fecundar el manifiesto fundacional de esta organización. Estos falsos conservacionistas que quieren vivir del conflicto del lobo y que paradójicamente, de una forma muy subterránea potencian el conflicto conservacionistas- ganaderos mienten en torno a la verdadera esencia de las propuestas de acciones concretas que proponen para poner fin a este conflicto tan enquistado del lobo.
Este conflicto es una mentira que, ellos mismos, llevan alimentándolo mucho tiempo; y lo hacen porque es su forma de vida, por conveniencias personales, negocios y mercadeo. Viven de este conflicto y tratan de demonizar todo lo que hay en torno a este animal para sacar tajada mediática y económica del asunto.