El populismo, curiosamente, es un término que no forma parte del diccionario de la Real Academia Española (RAE) pero que, sin embargo, es de utilización muy frecuente en la política española. A muchos políticos de este país durante estos días se les está llenando la boca de lo solidaria que es su política y de sus actos humanitarios de recepción y acogida con esos migrantes ilegales que asaltan nuestras fronteras día tras día.
Tras ese afán de algunos españoles por acoger a estas personas ilegales, que violan nuestras fronteras, hay una solidaridad desleal, tramposa y farisea y cuando viene de la mano de un político, entonces se tiñe además de populismo oportunista. En Marchamalo, con esos 100, está pasando.
Este sistema de acogida y de mostrarles solidaridad es muy perverso y cuando se apagan las luces de las cámaras y de los flases, estos políticos preñados de populismo y de conveniencias electorales les darán una patada en el culo y les mandarán a sobrevivir en la economía sumergida y precaria del top manta, a una irregularidad y unas condiciones de vida que les llevará en muchos casos a entrar en la rueda de la irregularidad y de la delincuencia, en las que les será muy difícil salir de ella. Eso si tienen más de 18 años, porque si no los tienen aún, se verán condenados a entrar en centros de acogida tutelados de los que rápidamente escaparan y pasar a formar parte de ese grupo de migrantes menores fantasmas, tutelados desamparados y condenados a vivir en la calle como mendigos y explotados; en el caso de las niñas, victimas de redes de prostitución. Los que consiguen cumplir la mayoría de edad en estos centros abandonan y de un día para otro se ven desamparados pues ya no tienen derecho a estar bajo la tutela de una administración.
¿Hará el alcalde de Marchamalo un seguimiento del proceso de integración social y laboral y analizará esa integración, buscando qué será del futuro de Mousaba, de Diop y del resto de los 100 de Marchamalo? ¿Les acogerá y organizará estrategias de acogida familiares y profesionales? Le invito a hacerlo, entonces descubrirá la verdadera esencia de la solidaridad y también el verdadero futuro al que esta avocando y en el que está colaborando y participando para esos 100 de Marchamalo.
Parece evidente que muchas ciudades de España y una parte de la propia sociedad española empiezan a no poder soportar más “migrantes ilegales”, pues están compitiendo con ellos por las ayudas sociales y muchos recursos de los que se ven privados y limitados, porque van destinados a ellos, como vivienda social, becas de material y comedor escolar y un sinfín de recursos, subsidios y ayudas. Ante este problema de migración ilegal descontrolada unida a un malestar social y rechazo a estos “migrantes ilegales”, la izquierda ha decidido practicar esta solidaridad populista como en Marchamalo y tildar de insolidarios y xenófobos a los que pedimos un control de la inmigración en España, unas fronteras seguras, una deportación inmediata a quienes entran ilegalmente en España y la ilegalización de las ONG,s que son cómplices de este tráfico de personas.
Esta ceguera que tienen les lleva a decir que rechazar la inmigración es de derechas, de ser clasista y conservador, de ser facha y racista, de no tener valores y de ser inhumanos; cuando es lo contrario, es parte de los votantes de los partidos de izquierda, de nivel socioeconómico medio y bajo, el de esa España que madruga cargada de valores, de esfuerzo y trabajo, la que nutrirá con su voto a partidos que quieran poner a los españoles y a España los primeros para disfrutar de sus ayudas y servicios, porque ya han despertado y están dándose cuenta de que ese izquierdismo hegemónico está en pánico y no dice nada más que mentiras para intentar engañarnos y manipularnos.
Nuestros refugiados son esos 3´5 millones de españoles que viven con menos de 350 euros al mes. Son familias con uno o más hijos a su cargo y están en grave riesgo de pobreza y exclusión. Estos deben de ser el primer objetivo de nuestra solidaridad y ayuda. A ellos deben ir destinados los recursos que pagamos con nuestros impuestos, a ellos y a mejorar nuestras pensiones, nuestros sueldos, nuestras prestaciones, nuestra sanidad, nuestro maltrecho mundo rural, nuestras ayudas y subsidios, nuestra educación. Porque España y los españoles han de ser lo primero.