En política siempre han existido diferentes estrategias con el objetivo de evitar culpas, desprestigios, imputaciones, mala reputación y fracasos de nuestros políticos que puedan provocar descalabros de sus trayectorias en su búsqueda del poder. Ante posibles amenazas de que esto ocurra, los aparatos políticos son capaces de modificar el escenario político con el propósito de despistar y de ocultar lo esencial.
Se trata de distraer la atención del público de la información verdaderamente importante y para ello lanzan una cortina de humo que lo único que busca es distraer a la sociedad con otro asunto o con el bombardeo de información irrelevante, diariamente, para aminorar la atención de la población hacia los temas realmente importantes y de esa situación incómoda o sensible que les resta demoscópicamente.
Hay muchas otras fórmulas y estrategias operativas que nuestros políticos usan llegado el momento para distraernos de la realidad y ocultar lo que realmente pasa. Una de ellas es mantener un perfil bajo, evitando la implicación y mantener el silencio. Otra es cambiar de tema para buscar enterrar malas noticias y/o cambiar la agenda de discusión. En otras ocasiones lo que se hace es delegar responsabilidades hacia niveles inferiores o hacia la periferia. Otra de ellas es enfocar hacia otro blanco y atacar otro objetivo. En ocasiones también utilizan el recurso de colectivizar la decisión y la responsabilidad, buscando la seguridad y el eximente en la masa.
Esto es lo que está ocurriendo con el asunto de Gaza. El PSOE de Sánchez está acorralado por la corrupción en su partido y han encontrado en la bandera palestina un “objeto brillante” que nos desvía la mirada y el debate. Lo hemos visto en la vuelta ciclista y ahora en esta flotilla. Pero lo de Gaza es más que una cortina de humo porque lo que buscan es generar un estado emocional y social preelectoral para reconfigurar el panorama y la agenda política y de esa forma predisponer a la movilización contra la derecha. Lo vemos incluso en la política local aquí en Guadalajara; y he de confesarles que me resulta muy repulsivo ver cómo los partidos políticos guadalajareños AIKE y PSOE están haciendo uso de la guerra israelí contra Hamás para sumar votos, desprestigiar y deshumanizar a su rival político Ana Guarinos en el Ayuntamiento de Guadalajara. Lo intentarán en el pleno de mañana con una moción que según dicen “busca condenar el genocidio en Gaza y la toma de medidas para mostrar la solidaridad hacia el pueblo palestino”.
Pero ahora, todo este asunto de la flotilla y de Palestina empiezan a no servirles en las filas del PSOE y todo ello comienza a jugar en su contra porque la izquierda más a la izquierda les está adelantando por esa misma izquierda y se está movilizando en una dirección muy concreta con respecto a Palestina y acusan al PSOE de tener posturas demasiado tibias. Ayer mismo vimos como el ejecutivo español ve en la propuesta de Donald Trump, para resolver el conflicto en Gaza, una oportunidad para la paz. Además en relación con la flotilla mandaron un comunicado que les recomendaba no entrar en la zona de exclusión dictada unilateralmente por Israel y explicaban que, si lo hacían, el buque de la Armada que España no iba a acompañarles. Esto ha provocado un enfado y un distanciamiento en la coalición del Gobierno acusando a Pedro Sánchez de estar haciendo «el juego sucio a Netanyahu» por pedir a la Flotilla que no entrase en la zona de exclusión.
Todo son estrategias electorales, incluidas las manifestaciones del pasado fin de semana y la de estudiantes de hoy, son para meter presión a los socialistas y para diferenciarse de ellos ante una previsibles elecciones electorales, no les va nada bien en esos datos estadísticos de probabilidad de voto. Curiosamente, estas cortinas de humo tuvieron su origen como una táctica militar utilizada en tiempos de guerra para enmascarar el movimiento, confundir a los adversarios y adquirir ventaja estratégica.
A mi, todo esto me recuerda mucho a lo que plantea Barry Levinson en su película-sátira política “La Cortina de humo”, basada en la novela titulada «American Hero» de Larry Beinhart, protagonizada por Dustin Hoffman y Robert De Niro; toda una critica a la manipulación mediática y a la corrupción del poder en la que se muestra cómo se llega a inventar una guerra contra Albania para desviar la atención pública de un escándalo presidencial antes de las elecciones.