DESPROTEGER AL LOBO PARA PROTEGERLO

Ayer salió adelante una Proposición de Ley del PP para modificar el Real Decreto que desarrolla el Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial (LESPRE) en el que está incluido el lobo, con objeto de rebajar el régimen de protección de las poblaciones al norte del Duero, incluyendo su gestión a través de la caza y que este pase de ser una especie «protegida» en vez de especie «estrictamente protegida», permitiendo así el sacrificio y control poblacional de lobos como medida de gestión al norte del Duero. La Comisión Europea también pidió el pasado mes de diciembre rebajar la protección integral que ahora reciben las poblaciones de lobo debido al aumento de ataques a ganado y conflicto con comunidades locales en distintos puntos de Europa.

Guadalajara no está al margen de este asunto pues los ganaderos de la sierra Norte son sufridores y víctimas de estas políticas y se han sentido solos desde hace muchos años, abandonados por las administraciones y solos también frente al lobo, que ataca a terneros y ovejas guadalajareñas. El lobo es una especie clave en el funcionamiento de los ecosistemas, controla el número de poblaciones de herbívoros y depredadores de rango medio en la cadena trófica que a su vez afecta a los sistemas vegetales, hidrológicos y a la incidencia de enfermedades. Para conocer el problema del conflicto social del lobo en España es necesario e importante hacer un viaje al pasado, a los años 70 y hablar del naturalista y divulgador más importante de la historia natural española, que no es otro que el Doctor Félix Rodríguez de la Fuente. El lobo ibérico está asociado a su figura de manera indisoluble. Nadie como él lo ha protegido y luchado por por su conservación. Fue su principal defensor para evitar su extinción en nuestro territorio. Fué el gran icono del ecologismo en España. Es importante saber que en los años 70 había en España 350 lobos. Félix consigue incluirlo en la Ley de caza de 1970 como especie cinegética. Esto le pone en valor y lo salva de su desaparición. Félix lo tenía claro, no había que condenar al lobo ibérico a su aniquilación como especie, pero era necesario su control poblacional y su expansión para paliar y minimizar los innegables daños ocasionados.

Este eterno problema del lobo y el hombre que hay en España no se solucionará con la ley ultrapotecionista promovida y amparada en un solo lado que tenemos ahora mismo; eso es condenar a una guerra continua entre ganaderos y conservacionistas si no se escuchan ambas partes y ambos intereses. Toda esta ultra protección del lobo derivará en la aparición de plomo, de trampas, de fuego y de veneno, en furtivismo y en ‘me tomo la justicia por mi mano’: en una guerra del lobo. Es necesario encontrar un equilibrio entre todos los sectores implicados por el bien de la especie. La conservación del lobo necesita de consensos y de acuerdos con todos los agentes implicados en su gestión: administraciones autonómicas y locales, mundo científico, ganaderos, conservacionistas… en pos de una coexistencia entre el cánido, la ganadería extensiva y la caza.

Se preguntarán ustedes que deberíamos hacer para solucionar el problema. En mi opinión la clave está en acabar con el conflicto social; el mayor problema de conservación del lobo es el conflicto social. Ayer nuestros políticos no hablaron nada de este conflicto entre el mundo rural y el mundo urbanita, entre ganaderos y cazadores contra ecologistas y ultraproteccionistas. Entre administraciones. Hace falta un plan de gestión que permita una eficaz conservación del lobo dentro de un marco de coexistencia con el mundo rural. Se debería controlar las poblaciones de lobos para minimizar las depredaciones sobre el ganado y seguir manteniendo una población viable de la especie. Se debería asegurar una convivencia posible entre la expansión de la especie y la permanencia, imprescindible, de la ganadería extensiva y tradicional. Hay sitios donde el lobo hace mucho daño. Ese control poblacional se debería hacer con una gestión más técnica. Con controles puntuales conducidos con criterios técnicos y no batidas aleatorias como se hace ahora. Se debería indemnizar y compensar de una forma adecuada y proporcional. Indemnizar bien y pronto. No con el valor estándar del animal sino por el valor de reposición. Indemnizar por el daño emergente y costes asociados.

Es falso que el lobo esté en peligro en España o que corra riesgo. Las manadas y ejemplares crecen, pero los ecosistemas no dan para más lobo, no tienen espacio. La naturaleza ya no es lo que era. No se puede pensar en procesos utópicos de recolonización y expansión del lobo en sus antiguos territorios. El futuro, desde mi punto de vista, está en crear reservas y protegerlas y en elaborar urgentemente un plan de convivencia estratégico efectivo y con el dialogo y consenso de ambas partes. Se tiene que escuchar a los verdaderos custodios de ese mundo rural y legislar tras haberlos escuchado y teniendo en cuenta sus intereses y su problemática para mantener los agro-ecosistemas. Ninguna solución podrá agradar a todos, pero todos tienen que ser parte de la solución.

Debemos proteger al lobo y a la ganadería extensiva que mantiene limpio el monte, reduce biomasa, reduce la contaminación mediante el secuestro de carbono, crea empleo, fija población y produce alimentos de alta calidad. Si queremos que haya relevo generacional y la gente joven se quede o se incorpore al campo, no podemos condenarlos a doce horas diarias de pastoreo para proteger su ganado; es preciso que puedan tener una vida más allá del trabajo. Si no es así, no habrá relevo generacional. Tenemos que desarrollar medidas de protección adecuadas, modernas y efectivas, a la vez que fomentar los sistemas de pastoreo. Se debe tasar en cada país el coste de coexistencia del lobo con la ganadería y la protección y esto no puede recaer sobre el ganadero sino en el Estado. Se deben formar a los técnicos de la administración y tener personas especializadas en este asunto.

Ahora quedan meses por delante de tramitación y enmiendas para llevar a término esta Proposición de Ley del PP y modificar el Real Decreto que desarrolla el LESPRE, pero no han de olvidar que la clave radica en solucionar el conflicto social que hay en torno al lobo.

LA GUERRA DEL AGUA

¿Se han dado cuenta como aparecen en escena los políticos cuando llegan las fuertes lluvias y aumenta el caudal de nuestros ríos y en consecuencia la de nuestros pantanos? Y también lo hacen cuando hay escasez y nuestras reservas hídricas están al límite; tanto los que les toca gobernar como la oposición. Yo a este tipo de política lo llamo la “política buitre”, la política de hienas, buitres y coleópteros: de carroñeros.

Cada vez que he hablado del problema del agua con algún político siempre dicen lo mismo, sea cual sea su partido, siempre habla de consenso, de que el agua debe de ser un campo de acuerdos y que entre todos se puede empezar a solucionar el problema tan grave que tenemos en España; que hay que equilibrar España y llevar agua desde donde sobra hacia donde falta, a través de un plan y un pacto nacional del agua.

Año tras año desde hace muchos años llevamos escuchando la misma cantinela pero estamos ya en 2024 con el problema del agua al límite y sin consenso en la solución. Año tras año nuestros partidos políticos -los del viejo sistema bipartidista y también los nuevos, que dicen que vienen a aportar soluciones- vuelven con la guerra del agua y vuelven a ocupar espacios en los medios de comunicación y en sus agendas políticas partidistas y electoralistas.

No se entiende que pasen los años, y los gobiernos, tanto regionales, como nacionales -de uno y otro signo-, continúen sin poner soluciones y sea una quimera alcanzar un acuerdo de amplia base en una cuestión tan relevante. Parece inverosimil que sean incapaces de ordenar los recursos hídricos de tal manera que puedan atender las necesidades de todas las regiones a través de una estrategia nacional en torno al agua. La derogación del trasvase del Ebro por parte del Gobierno de Zapatero en 2004 condenó a un punto muerto al Plan Hidrológico Nacional. Y, desde entonces, ningún Ejecutivo se ha atrevido a encarar un pacto nacional en esta materia.

Pasarán los años y seguiremos en la eterna batalla nacional y regional por un elemento habitualmente convertido en arma política arrojadiza. Guadalajara y su proyecto para la conexión entre el Sorbe y el Bornova es un claro ejemplo de esta guerra del agua. El Sorbe tiene unas aportaciones de unos 140 Hm3, de los que apenas puede embalsar más de 40. Si en años de abundancia, como este año, condujéramos parte de los excedentes hasta Alcorlo, se evitarán los desembalses y se podría satisfacer las necesidades de los regantes del Bornova y a las necesidades de la MAS. La construcción de ese túnel que iría por los municipios de Tamajón, Semillas, Zarzuela de Jadraque, La Toba y Arroyo de las Fraguas a traves de una conexión por gravedad debería ser una realidad, pero los intereses políticos y la batalla ideológica del agua en Guadalajara lo ha impedido. La evaluación de Impacto Ambiental encargada, publicada en el BOE el 24 de febrero de 2011, fue negativa y nunca se buscó reparar de alguna forma ese impacto. Al final va a llevar razón John F. Kennedy que dijo que “quien fuere capaz de resolver los problemas del agua, sería merecedor de dos premios Nóbel, uno por la Paz y otro por la Ciencia”.

LAS TRACTORADAS Y SUS PERSONAJES

Siempre he considerado al teatro como una herramienta única para el desarrollo de valores importantes en la sociedad. Con él aprendes de emociones, de empatía, de creatividad, de trabajo en equipo, de colaboración, de confianza en uno mismo y en los demás, y de respeto hacia las diferentes perspectivas y opiniones. Para entender una obra es fundamental conocer a los protagonistas y de esa forma entender sus motivaciones y razones para actuar de esa manera a lo largo de la obra. Si tienes una idea más o menos clara de quiénes son los personajes y cuáles son sus objetivos, sus intereses y conveniencias, puedes entonces seguir el hilo de la trama y no perderte nada de lo que está sucediendo en el escenario. Además, conocer a los actores y sus personajes te ayuda a empatizar con ellos y a conectar con la obra de una manera más profunda. Si entendemos sus luchas y conflictos internos, podremos involucrados en la historia, posicionarnos y entender quiénes son y que buscan realmente.

Para entender por qué se ha despreciado y olvidado al campo y culpabilizado a los agricultores y ganaderos del deterioro de nuestra naturaleza y para conocer el porqué de las movilizaciones de los agricultores y ganaderos de estas semanas, al igual que en el teatro, hay que conocer los problemas, a los actores protagonistas que forman parte del conflicto y sus intereses y conveniencias. Respecto a los problemas, el primero es que se ha despreciado y olvidado al campo y culpabilizado a los agricultores y ganaderos del deterioro de nuestra naturaleza. El segundo es que los agricultores y ganaderos están sometidos a presiones económicas y leyes regulatorias nacionales y europeas que amenazan su subsistencia. Leyes como las que surgen alrededor de La Agenda 2030 bajo la excusas medioambientales que son una verdadera declaración de guerra al campo.

El gran pacto verde europeo y sus distintas derivadas en forma de directivas, reglamentos y estrategias como la estrategia de la biodiversidad y la de la granja a la mesa, que habría que derogar son un ejemplo de ello. También a nivel nacional en España hay más leyes derivadas de este gran pacto verde europeo como la estrategia nacional de la restauración de la naturaleza, la ley de uso sostenible de fitosanitarios, la ley de fertilizantes de usos agrícolas, la ley de derecho animal y tantas otras.

El primer actor es la PAC de la Unión Europea. Esa política agraria común está cargada de restricciones, de burocracia y de falso medioambientalismo. El segundo actor es el ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación don Luis Planas y su paquete de 18 medidas para solucionar el problema. El tercer actor son todos esos interlocutores que el gobierno de España recibe como “interlocutores validos” para las negociaciones con el ministerio, que no son otros que las hiper subvencionadas organizaciones sindicales del campo muy vinculados a los partidos tradicionales desde su nacimiento: la Asociación Agraria de Jóvenes Agricultores (ASAJA), la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG) y Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos (UPA). El cuarto actor es un joven y popular sindicato muy mayoritario llamado Unión de Uniones y que el Gobierno no les reconoce como interlocutor en las huelgas de agricultores. El quinto actor es el colectivo o movimiento 6F de agricultores, ganaderos y pescadores independientes nacido en España a raíz de los movimiento europeos. Este movimiento se ha ido desgastado y perdiendo su capacidad de influencia, liderazgo y organización. Han convocado sus propias tractoradas y nació por el hartazgo del sector primario están hacia sindicatos y políticos. Ha surgido en redes sociales y son responsables de gran parte de las movilizaciones de agricultores durante estas semanas.

El ministro Luis Planas es el maestro de ceremonias de este postureo político y trata de embaucar con sus artes trileras a las organizaciones agrarias para que estas cesen sus movilizaciones y quejas en la calle. Los ánimos están muy cargados y Sánchez le ha pedido que quite ruido y crispación. Sus medidas propuestas afectan a competencias de la Unión Europea, son las relativas a las PAC y a los acuerdos comerciales con terceros países y también afectan al Gobierno estatal y a las comunidades autónomas. Las organizaciones agrarias terminarán por aceptar las medidas del gobierno; tienen sus intereses y están conectadas con el poder y dependientes de sus exquisitas subvenciones y demás conveniencias.

Las movilizaciones siguen porque los agricultores y ganaderos independientes no se conforman con las medidas y migajas que propone el ministro. Desconfían de sindicatos, de asociaciones agrarias, de políticos, políticas y del gobierno de Sánchez. Las medidas no mejoran ni solucionan el problema. Las mejoras de la cadena alimentaria que proponen no sirven para nada. Habla de simplificar y flexibilizar la PAC y lo que hay que hacer es derogarla y crear una PAC que esté exenta de burocracia inservible y de restricciones ambientalistas. La PAC tiene que servir para compensar costes de producción, hacerla rentable y que disminuya el precio de los productos de los consumidores. El ministro también habla de las clausulas espejo que son las condiciones que los agricultores españoles exigen que tengan también los países terceros extracomunitarios. Pero esto no depende del ministro, no puede dárselo. Corresponde a la comunidad europea hacerlo.

Detrás de todas estas decisiones políticas está la sombra de la Agenda 2030. Esta agenda con sus 17 objetivos y 169 metas y su aparente finalidad de «poner fin a la pobreza y el hambre y de proteger al planeta» y con su lenguaje voluntarista y rimbombante esconde un programa totalitario y liberticida. Su verdadero objetivo es sólo la dominación a través de la imposición de un nuevo orden mundial basado en un férreo control estatal y en la servidumbre de un ser humano despojado de derechos. Es una agenda totalitaria que aspira a controlar la totalidad de la vida de los individuos: que tenemos que comer, como debemos vestir, donde vivir, que tradiciones y costumbres debemos tener y cuales no, como debemos de relacionarnos con los animales etc. El concepto de libertad brilla por su ausencia. La libertad individual y la iniciativa privada son ninguneadas a favor de un constante intervencionismo estatal. Ahí, en esta agenda está la madre del cordero.

Lo que el viento se puede llevar

Guadalajara es la provincia más afectada por la despoblación de toda España. Un 90 por ciento de sus pueblos la sufren extremamente. Para combatirla, además de ser incluida en esas ayudas europeas que llegarán a Teruel, Soria y Cuenca, debería poner en valor su enorme potencial paisajisto, natural y turístico. Guadalajara tiene una fabulosa variedad de paisajes.

Estos paisajes y estos entornos están muy comprometidos con la implantación de parques eólicos que pone en jaque la geomorfología del terreno con el levantamiento y movimiento de tierras, no sólo en el emplazamiento final de los aerogeneradores, sino las zonas próximas con las consiguientes vías de acceso o subestaciones y tendidos eléctricos de evacuación.

El paisaje guadalajareño se deteriorará con estos aerogeneradores que miden más de 150 metros de altura, incluso algunos alcanzan los 200 metros, y repercutiría muy negativamente en el turismo rural. Hay un perjuicio evidente del paisaje y de la naturaleza guadalajareña en muchos casos y en muchos rincones.

España vive una pérdida progresiva de la soberanía energética con leyes como la Ley del cambio climático aprobada en mayo de 2021, en la que nos prohíben explorar, investigar y explotar nuestros recursos energéticos. Esto nos perjudica muchísimo y supone un claro encarecimiento de la factura de la luz y del gas. La alternativa a la crisis energética global no puede consistir en crear un océano de molinos gigantes en un territorio supuestamente vaciado y empobrecido.

Además, hay una falta de regulación para evitar el desarrollo incontrolado de molinos eólicos. Urge que se establezca una reglamentación en la construcción de parques eólicos. Urge un instrumento de protección que regulase la instalación de parques eólicos. A día de hoy no existe ningún instrumento que proteja a estas zonas emblemáticas y naturales ante la instalación de parques eólicos.

El debate y el tema central sería de proporción, de gestión y de modelo. No se trata de renunciar a la energía eólica, que es necesaria, pero la implantación de grandes parques eólicos en estas zonas ha de realizarse de forma planificada, respetando el medio rural y su desarrollo. Se trata de buscar un óptimo en su aprovechamiento, salvaguardando, por un lado, la defensa del territorio y de los derechos de sus habitantes y, por otro lado, nuestro patrimonio natural.

Hay un sinfín de parques eólicos proyectados ya aprobados sin que exista ni un solo instrumento que proteja de los impactos medioambientales. Es de sentido común y razonable que este tipo de energías renovables alternativas se someta a un orden y a una normativa y reglamentación para que no se especule, para que no se cometa un desarrollo incontrolado de construcción de molinos eólicos, para que no haya un impacto medioambiental irreparable, para que no se destruya el atractivo natural turístico. Tiene que existir una planificación con criterios técnicos, ambientales, sociales y económicos claros en los que haya participación ciudadana.

Este negocio eólico, estos macro-parques se llevarán muchas cosas. Se llevará por delante el futuro de estas zonas rurales porque los parques eólicos no generan empleo; su impacto directo sobre la contratación local es mínimo. Se llevará el silencio de estas zonas y nos acercará ese incómodo zumbido dentro de la oreja, ese ruido que afecta a los animales que emiten sonidos en su época reproductora.

Se llevarán esas noches y esos paisajes nocturnos sin contaminación lumínica debido a esas balizas luminosas de color blanco y rojo que tanto impacto provocan para conseguir un cielo limpio. Se llevará la vida de miles de aves y murciélagos por colisión al no poder esquivar las aspas de los aerogeneradores. Se llevará una correcta llegada a destino y una buena orientación de las aves en sus rutas de migración o entre las áreas que utilizan para la alimentación y de descanso debido al efecto barrera. Se llevará el suelo provocando que desaparezca la cubierta vegetal.

Se llevará la vida, el futuro y las posibilidades económicas de muchos guadalajareños porque estos parques eólicos no generan empleo. Es negocio eléctrico y nada más que negocio eléctrico. El principio del lucro. El verdadero problema en este asunto es de gigantes energéticos y de su control sobre recursos naturales y voluntades políticas.

¿Dónde queda el derecho de los guadalajareños a la preservación de nuestro entorno natural, nuestro paisaje y el impacto visual?

EL MONSTRUO DE LOS INCENDIOS

Mucho ha cambiado la gestión forestal y la de prevención y extinción desde aquellos años 80 en los que pasaba mis veranos, para costear mis estudios universitarios, formando parte del retén de Montes Claros en la Sierra de Ayllón, por el Cañón del Jarama entre parajes fantásticos como el Cañón del Jarama, el cerro de San Cristóbal, el Collado de la Vihuela, cabeza del Viejo y entre pueblos como La Hiruela, Bocígano, Colmenar de la Sierra, Corralejo, La Vereda, etc.

Conducía una vieja carroceta, un vehículo autobomba de museo, y formaba parte del retén y de esas cuadrillas realizando tareas de podas, clareos, desbroces y demás tareas selvícolas y participando en la extinción de los incendios forestales de esa amplia y boscosa zona.

Mucho han cambiado los medios contra el fuego en estas décadas. Los equipos, vehículos y conocimiento han evolucionado mucho; también el músculo, potencia y profesionalidad. Ahora tenemos a la Unidad Militar de Emergencia (UME), brigadas nacionales del Estado contra incendios, son la élite. Disponemos de sistemas digitales y satelitales, así como otros medios de vigilancia y lucha activa, como drones.

Disponemos de cuadrillas helitransportadas y una flota aeronáutica inmensa: aviones anfibios de gran capacidad, aviones de carga en tierra, helicópteros de transporte de brigadas y bombarderos, aviones de coordinación y observación. Tenemos habilitados retenes de maquinaria pesada y un sinfín de maquinaria para apertura de cortafuegos. Disponemos también de vehículos autobombas muy modernas.

Muchos medios de extinción y mucho conocimiento al respecto. Pero lo que falta es prevención para evitar estos fuegos de nueva generación. Cada vez hay más combustible disponible en el monte y por eso, cada año hay más ‘mega- incendios’.

Hay que trabajar en su gestión, en hacer políticas forestales correctas, políticas de prevención, políticas que incentiven el uso de los recursos del bosque, de esos residuos forestales y aprovechar la biomasa térmica y eléctrica, incluso gas. De esta forma reduciríamos la masa del bosque con menos gasto.

El bosque español crece a mucha velocidad, se va acumulando y es un combustible que puede arder. Esta es la causa de estos enormes incendios, no se está reduciendo ni eliminando combustible. Hay que evitar que se superen rangos peligrosos que puedan arder. Más plantas de biomasa y menos demagogia porque cada vez hay más combustible disponible en el monte y por eso cada año hay más ‘mega-incendios’.

Gran parte de la gestión forestal del mundo rural se perdió en los años 70. El monte se empezó a llenar de matorrales, sotobosque y maleza, que año tras años se está acumulando. La maleza hay que eliminarla y el sotobosque, que son parte de la biodiversidad y del que dependen un sinfín de especies de animales y vegetales, hay que controlarlo, protegerlo y reducirlo. Debemos crear ecosistemas diversos biológicamente para que la fauna silvestre puedan actuar de bomberos, pero también hay que reducir la densidad de la vegetación.

Escucharán a nuestros responsables políticos siempre con sus excusas y sus absurdas justificaciones por no admitir su culpa. Tienden a evadir su responsabilidad: que si el calor, que si el cambio climático, que si el viento, que si pirómanos… Menos cambio climático y más cuidar los bosques, que hay toneladas de combustible muy seco sin recoger dejados años tras años y por fenómenos meteorológicos como ‘Filomena’.

Por otro lado no hemos sido capaces de sustituir este trabajo que hacían en el mundo rural por políticas forestales que palien este abandono. La despoblación, la política de protección de los espacios naturales y el cese de actividades del primer sector de producción agroganadera agravan el problema. Las políticas conservacionistas y ecologistas radicales son nefastas; esas políticas activistas de solo se puede mirar y no tocar nada son erróneas. Hay demasiado proteccionismo con multas y problemas al mundo rural. No podemos perseguir a los pocos que limpian nuestros montes. Su aprovechamiento es necesario. Hacen una gran labor de preventiva. Tiene que haber zonas de aprovechamiento ganadero.

Debemos hacer más cortafuegos, las superficies continuas de los bosques cada vez son mas grandes. Hay que romper con esas grandes masas y crear discontinuidades en el combustible.

Por otro lado, habría que devolver las competencias al Estado en extinción. Fue un error las transferencias. Son competencias que, dadas las dimensiones y la intensidad, deben ser del Estado. Con un centro de mando de coordinación único. Debemos de acabar con la descoordinación entre comunidades autónomas a la hora de aplicar protocolos o dispositivos.

Este monstruo de nueva generación de los incendios forestales es un monstruo con vida propia, que va por libre, con mucha voracidad. Es una nueva realidad que hay que tener muy presente y que hay que combatir y luchar partiendo de la dura realidad y del elemento clave, que no es otro que la gran cantidad de combustible que hay en nuestros montes, campos y vegas de los ríos.

Los parques de Guadalajara y la biodiversidad urbana

Cada parque en Guadalajara ha de tener un objetivo y un mantenimiento diferente. No solo son los pulmones de Guadalajara para combatir la contaminación en los que pasear, jugar, descansar, practicar actividades deportivas, culturales o recreativas.

Algunos son áreas con una singular diversidad de aves en los que sus árboles, arbustos y oquedades se convierten en sus casas y en dormideros donde un número considerable de aves se reúnen para pasar la noche. Es durante los inviernos cuando se alcanzan las mayores concentraciones y, en consecuencia, cuando esos dormideros urbanos adquieren especial importancia, aunque otros están activos todo el año.

En estos últimos años he observado que la fauna de los parques de Guadalajara está desapareciendo. Entre las razones, una de ellas se asocia directamente a la pérdida de su hábitat natural al cortar árboles grandes y hacer talas indiscriminadas sin tener en cuenta este factor biótico. Estamos destruyendo sus lugares de anidación y carecen de cavidades donde las aves puedan refugiarse. También está disminuyendo sus presas tróficas: pequeños insectos, gusanos, larvas y pequeños caracoles.

El Cuatro Estaciones, en el entorno del depósito de las aguas, es un baluarte y ejemplo claro de todo esto y del papel fundamental que juegan los parques para potenciar la conservación de la biodiversidad guadalajareña. Debemos empezar a elaborar proyectos donde la naturaleza tenga cabida en la ciudad para ofrecer la oportunidad de dar a conocer y relacionarse con dichos espacios, concienciándose de la necesidad de protegerlos en el medio natural. Es importante tomar medidas para su conservación y no permitir que especies tan maravillosas como el autillo desaparezcan por completo. Urge el compromiso con otra forma de entender el papel de los parques en Guadalajara y de sus habitantes en la gestión de la biodiversidad de nuestra ciudad.

El autillo es un pequeño búho que está presente en este parque. Nos ameniza con su característico cantar aflautado, pero es muy desconocido por su carácter y hábitos secretos y nocturnos. Su plumaje le esconde y camufla entre las ramas de los árboles. Se alimenta de insectos, de escarabajos, de lombrices, de mariposas y polillas adultas o en fase de oruga. También comen frutas, néctar y polen de las flores, realizando la importante función de polinizadores.

Otro de los parques que tenemos en Guadalajara con un alto valor biodiverso es el Parque del Coquín. Allí hay una importante colonia de murciélagos que recorren a diario por las noches nuestras calles, participando activamente en la dispersión de semillas, en la polinización de especies vegetales y en el control de plagas.

Es por ello que cuidar, proteger y preservar esas zonas verdes con esos árboles viejos es fundamental para proteger la diversidad de aves en Guadalajara. Esta diversidad, sin ningún genero de duda, permitirá aumentar y poner en valor nuestra ciudad.

El alcalde de Guadalajara, Alberto Rojo, y su equipo de Gobierno en el Ayuntamiento de la ciudad, deberían empezar a cuidar nuestros parques y sus árboles. No lo hacen; por eso han recibido hace una semana el ‘Premio Atila’ a la peor conducta medioambiental 2021. Galardón anual que organiza Ecologistas en Acción… Y lo ha recibido entre otras razones por su “política arboricida”. Tal vez debiesen escuchar más a los que llevamos hace años cuidando de nuestra biodiversidad urbana guadalajareña

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