Mi madre adoraba saludar con efusión cuando conocía a alguien y de la misma forma lo hacía cuando se despedía de alguien. Me decía que las despedidas eran muy importantes y que debía de decir siempre adiós cuando me fuera de los sitios.
Lo que siempre me resultó curioso de las despedidas es que puedes elegir hacerlas o no…Al final todo es elegir, siempre es elegir. Podría deciros hasta luego, pero para mí, un hasta luego es un adiós en trozos…es más digerible…seguramente sí…Cualquier cosa puede asimilarse, si se trocea debidamente en porciones pequeñas.
Últimamente, muy a menudo, procuro buscar mis momentos de soledad y silencio. La soledad siempre me ha parecido un terreno muy fértil para cultivar pensamientos, dudas, decisiones, sentimientos…Con los años cada vez los necesito más… Me permiten visitar el pasado, entender el presente y viajar hacia el futuro… Me allana y limpia caminos, me aclara cielos, me revela verdades. En esta soledad puedes ir de un lado para otro, sin ese runrún de ruidos que da la compañía.
Desde esa soledad os quiero decir adiós…Siempre es mejor decir adiós…Poder decir adiós es más valiente… Y como en todo final hay siempre un principio, quiero despedirme de todos vosotros diciéndoos que no olvidéis nunca oler, respirar y escuchar las sonrisas que nos da la naturaleza. Un beso para todos.