“Falta a clase para todo el día lectivo” dicen en un cartel de un sindicato incitando a la huelga estudiantil, haciéndolo coincidir con la convocatoria a huelga general convocada para hoy desde ese mismo sindicato.

En cualquier país de nuestro entorno sería un enorme escándalo que se utilizaran las aulas para adoctrinar a los jóvenes. La enseñanza es un derecho fundamental que debería estar presidido por una estricta neutralidad.

La politización de los sindicatos les ha hecho perder credibilidad. Creo que un buen sin­dicato debe estar para unir y no para dividir. La fractura que buscan constantemente no contribuye en nada a la labor primordial de estas asociaciones, que es la defensa de los derechos y las mejoras de las condiciones de los trabajadores, pensionistas y personas más vulnerables.

Hoy, están usando éstas prácticas pseudo sindicalistas y políticas con un triple objetivo, el primero para adoctrinar e influir en los jóvenes. En segundo lugar para ganar nuevos militantes y afiliados y en tercer lugar como oportunidad para aumentar su estrategia política y su potencia cuantitativa en las calles.

Los partidos políticos utilizan las manifestaciones y las huelgas en su propio beneficio. Se dedican a movilizar en la protesta para que les votemos. Siempre quieren convertir esa energía de la calle en fuerza electoral. Se aprovechan del cabreo que se genera y les viene muy bien el desgaste para ganar y activar votantes y afiliados.

Nuestros políticos, las élites de los partidos principalmente no toman las decisiones teniéndonos en cuenta, mirándonos a la cara y escuchando nuestras necesidades. Cuando surge un problema reaccionan tarde, mal y con intereses muy alejados de lo social o moral, de la calle, de las personas, de su vida normal, de lo cercano, de su cotidianeidad. Solamente piensan en sus intereses y conveniencias de partido.

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