Ayer fue el Día Internacional del Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH). Este día tiene como objetivo concienciar de las necesidades específicas de las personas que viven con este trastorno; y sensibilizar y dar a conocer la necesidad de una detección, diagnóstico e intervención para los niños, adolescentes y aunque no lo crean, también a adultos con este trastorno pues cada vez más adultos son diagnosticados y padecen déficit de atención e hiperactividad, posiblemente porque no fueron diagnosticados de niños y sus síntomas pasaron desapercibidos en su etapa escolar o permanecieron enmascarados por otros factores; en muchos casos los horarios fijos y tener las actividades muy estructuradas y pautadas hacen pasar por alto el trastorno y solo se hace visible cuando pierdes esta estructuración en la etapa adulta.
Aún hay mucho que conocer sobre el TDAH, sus causas no se conocen del todo; las últimas investigaciones demuestran que la condición genética desempeña un papel importante, pero que también hay factores ambientales como la sobre exposición y uso abusivo de la nuevas tecnologías que pueden desencadenarlo. Curso a curso veo como cada vez hay más alumnos por aula con Hiperactividad y Déficit de atención que deben ser tratados sobre sus procesos atencionales, déficit en las funciones ejecutivas y el control inhibitorio. Un tratamiento adecuado y a tiempo les ayuda a controlar mejor su atención, su conducta y sus emociones. El TDAH suele tener consecuencias muy graves en el aprendizaje escolar, en sus las relaciones sociales, tanto en su ámbito familiar, escolar y de amistad; y por supuesto en la propia autoestima y su autopercepción. Cuando el TDAH no se diagnostica y no se interviene puede derivar en baja, en depresión, en fracaso escolar y en abandono de sus estudios; eso si, hay que estar muy seguros antes de etiquetar a un niño con trastorno por déficit de atención con hiperactividad.
Hace unos días terminaba la lectura del libro de Guillermo Iraola titulado “Casi todo lo que sé del TDAH”. Este farmacéutico diagnosticado de TDAH a los 42 años, comparte su viaje personal y profesional, ofreciendo una perspectiva integral sobre el TDAH. Su relato es un testimonio de superación y esperanza, brindando apoyo y explicando las profundidades del TDAH. “La experiencia de vivir con TDAH puede ser desafiante, pero también reveladora” nos dice; las personas con TDAH a menudo encuentran formas únicas de adaptarse y prosperar, transformando lo que algunos ven como una debilidad en una fuente de creatividad y resiliencia. La clave está en la comprensión y aceptación, tanto personal como social nos deja como mensaje en su magnífico libro.
Las armas para combatir el TDAH son la investigación, la información, la paciencia, la comprensión y el diálogo. Es muy importante que sepan que el TDAH no se debe a una negligencia en nuestra función de ser padres o a una falta a la hora de poner límites. Vivir con un TDAH es desafiante se lo puedo asegurar.