Decía el filósofo esloveno de izquierdas Slavoj Zizek que «La ideología es más eficaz cuando es invisible». Y eso ha ocurrido durante muchos años con el sistema educativo en España que sigue usándose como herramienta partidista y basándose en las estructuras ideológicas heredadas de un modelo pedagógico basado en “modernas y progresistas” teorías educativas erradas, en las que la protagonista es la educación emocional y la adquisición de competencias; marginando el aprendizaje memorístico por una enseñanza caritativa sin apenas esfuerzo, ni mérito, ni exigencia; más destinado a que nadie se quede atrás y a impartir un trato torpemente igualitario; pero igualitario por debajo, castigando la excelencia.
La educación en España debe afrontar este problema porque se sitúa más que nunca entre las necesidades urgentes que tenemos que resolver como país y como sociedad. Nuestros alumnos merecen que se corrija el rumbo de la enseñanza con un pacto educativo que perdure en el tiempo y que adopte un nuevo enfoque pedagógico, común a todos, sin sesgo ideológico; que establezca criterios objetivos de evaluación y con evaluaciones externas con valor académico al final de de la Primaria y de la Secundaria, para por un lado motivar y exigir a los alumnos a esforzarse más a aprender y sirvan de acceso a la etapa siguiente; y por otro lado para que nos permita hacer una radiografía del momento y conocer de esta forma la realidad de lo que pasa, de lo que falla, de lo que acierta.
En estos días se acaba de anunciar un plan de refuerzo educativo que se financiará con 500 millones procedentes de los presupuestos de 2024 que, según calcula el Ministerio de Educación, podría beneficiar a unos 4,7 millones de alumnos entre tercero de Primaria y cuarto de la ESO desde el próximo curso. Esto es una tirita más para evitar la sangría de nuestro modelo educativo. No necesitamos más parches inservibles sino transformar el sistema educativo.
La educación, es desde hace muchos años un campo de batalla político en el que muchos actores quieren imponer su ideología, sus modelos, sus intereses espurios. Solamente si afrontamos el cambio desde la reflexión, desde el encuentro de las partes, con la debida tranquilidad e investigando sobre los problemas y las medidas que deben ser implantadas de manera general y no de una forma puntual y reaccionaria pondremos cura a este enfermo modelo educativo, para de esta forma atenuar los impactos negativos de esta crisis educativa y las deficiencias en las que estamos inmersos con nuestro modelo educativo.