No se si ustedes han podido ver la intervención “mutista” del Concejal Delegado de Turismo, Comercio, Mercados y Casco Histórico, en el Pleno Municipal del pasado 27 de septiembre en el Ayuntamiento de Guadalajara. Me lo han reenviado a lo largo de esta semana un montón de veces y corre como la pólvora por todas las redes sociales guadalajareñas.
En casi todos los mensajes de whatsapps junto al video, en casi todas las publicaciones y comentarios de los posts en redes como X, Face o Instagram hay un denominador y reflexión común: “hay mucha mediocridad en nuestra clase política”.
Mi respuesta a todos estos mensajes, que aún hoy sigo recibiendo ha sido el mismo: tenéis que leeros el libro “Cuando los mediocres llegan al poder” del filósofo Alain Denault. En él, el autor, con su estilo ingenioso, analiza cómo las aspiraciones mediocres que invaden la sociedad dan como resultado individuos mediocres; y da igual que sea en el ámbito político, académico, jurídico, cultural o mediático; mires por donde mires se constata que lo mediocre triunfa.
Desde mi modo de ver la principal razón del triunfo de este modelo es que el sistema no favorece que sobresalgan los mejores ni los más brillantes, sino aquellos que no molestan demasiado al statu quo y al sistema creado e instaurado. Ha desaparecido el modelo del esfuerzo, de la curiosidad y de la mente crítica y ha dado paso a este otro modelo.
En Política los valores, los principios y las ideas han ido desapareciendo en favor de los idearios y argumentarios de partido. Estos documentos no dejan de ser manuales impuestos que excluye cualquier pensamiento único, libre e independiente. Es curioso que si analizas el curriculum de los políticos españoles está por encima de la media de los europeos, pero se da la paradoja de que la percepción que tenemos de ellos es que tenemos la peor clase política. Tan solo tienen que comparar la oratoria de nuestros políticos con la de otras épocas y otros países, leen lo que les prepara el asesor y en ocasiones mal leído, sin entonación, sin pausas, sin pasión e incluso a veces se pierden en esos conceptos o en esas estructuras gramaticales que no son suyas. El deterioro de la imagen de la política aleja el talento. Y sin talento se nutre la mediocridad.
Nuestros ayuntamientos, diputaciones y demás instituciones públicas son el reflejo de la sociedad en la que vivimos. Los partidos, todos, se han convertido en agencias de colocación en el que el principal punto a tener en cuenta en su curriculum es que sean sumisos a los intereses de las elites de su partido; una buena parte de los políticos actuales han pasado toda su vida en los partidos, han crecido en ellos y tan solo necesitan ser obedientes y de esa forma se les abre la puerta para optar luego a muchos cargos discrecionales; esa es la razón de que se produzcan muchas luchas de poder en los partidos que no son ideológicas, sino personalistas… Y es que hay que tener los garbanzos pagados fuera de la política para poder ser libre en ella. Los partidos en España garantizan muchos favores, no solo un sueldo y poder, pero para ello tienes que claudicar con una cúpula que a cambio te protege por criterios que nada tienen que ver con el mérito.
Para terminar con este sistema y que los ciudadanos recuperen la confianza en los políticos habría que acabar con los miles de cargos que se reparten en los partidos políticos y fulminar esa politización de las administraciones, minimizando así la posibilidad de que los partidos sean agencias de colocación. También habría que airear y oxigenar los partidos con listas abiertas en las elecciones para que los ciudadanos votasen a los candidatos más válidos o a aquellos que más confianza les ofrece, para que no fuese el dedo del presidente del partido quien les ponga en esa lista sino sus votantes; de esta forma tendrían que esforzarse en ganar la confianza de sus paisanos y no solo la de las élites de su partido.
El problema es muy grave, la mediocridad es una epidemia global; y solo con pensamiento crítico -como señala Denault en su libro- podremos enfrentarnos a esta mediocridad que lo único que nos trae es desconfianza en la política y el surgimiento de vende-ungüentos y populistas que vienen a vivir de la política en vez de servir a la política.