Según el barómetro de junio del Centro de Investigaciones Sociológicas -de José Félix Tezanos- la agrupación política «Se acabó la fiesta» tendría una estimación de voto del 1,5%, muy lejos del 4,59% que obtuvo en las europea.
El enfado, la desconfianza, el desinterés y la desafección hacia los partidos políticos y en general hacia la clase política cada día que pasa es más grande; y para muestra tan solo hay que mirar los datos de participación de las pasadas elecciones europeas que nos muestra una bajada al 49%, 11 puntos menos que en 2019.
Esta indignación y hartazgo explicaría el fenómeno Alvise y la entrada de «Se acabó la fiesta» en el Parlamento Europeo que posiblemente provoque un cambio también en el ecosistema político español, pero además provocará un cambio en sus reglas de juego.
El descrédito de la política día día va aumentando y está penetrando en todos los estratos de la sociedad española que ve a nuestra actual clase política como uno de los principales problemas que tiene el país. Los políticos han pasado a ser percibidos como parte del problema, no como la solución.
Es evidente que tenemos un problema muy serio con los partidos políticos y que ellos no quieren abordar. Los partidos no han evolucionado en su funcionamiento interno y los que llegan nuevos se acoplan al sistema como uno más, sin permitir dar alternativas a las personas que quieren participar en política de una forma más activa y más democrática. Los partidos deberían dar mayor protagonismo a sus bases, promover sistemas de elección interna abiertos y sistemas de control y transparencia.
Mientras esto llega, porque aún está muy lejos de aparecer, muchos ciudadanos parecen ya decididos a dar un paso al frente y asumir mayor protagonismo político por iniciativa propia y con los recursos comunicativos que nos permiten las redes sociales. Este es el caso de Alvise y su formación, mediante un activismo de nuevo cuño que ha encontrado en las nuevas tecnologías on line una fórmula también para liderar la transformación de nuestro Sistema Político; porque ahora cualquiera puede liderar los cambios a golpe de wasap.
Los partidos políticos además de secuestrar la democracia intentan acaparar y monopolizar el protagonismo en los modos de hacer política, sobre todo cuando se acercan los instantes electorales. No les gusta las nuevas fórmulas de activismo que surgen desde la sociedad civil. Les quita poder, protagonismo, sentido y les retrata. Estamos en un momento muy importante en el que los partidos están inmersos en sus batallas para ganar protagonismo, votos y credibilidad pero olvidan conectar con la gente de una forma real. No están a la altura y de momento la fiesta sigue.