Siempre me ha curioseado y llamado la atención la forma en que los pueblos celtas celebraban sus ritos… Todos ligados a los cambios a fenómenos y ritmos de la naturaleza. El solsticio de Invierno es uno de ellos. Cada 21 de diciembre llega la noche más larga del año en el hemisferio norte de la tierra, la mitad de nuestro planeta se encuentra en la posición más lejana del sol. Los celtas creían que en este día el sol moría para volver a renacer el 25 de diciembre. De la oscuridad a la luz, esa es la fiesta que de una forma intensa celebraban los celtas; en ese momento el “espíritu de la Navidad baja a la tierra”. Años más tarde el cristianismo adoptaría este día para convertirlo en Navidad.
Siempre he creído que tras el hecho de dar estaba el de recibir: recibir felicidad. Las hipótesis de muchos investigadores en el tema de la felicidad es que es muy efímera, más de lo que parece, pues esta se desvanece mucho antes de que lo que creemos. Tras las acciones de dar y regalar, por muy pequeñas que sean, recibimos un subidón de felicidad. Sonja Lyubomirsky, profesora de psicología y experta en felicidad, dice en sus libros que hacer algo por los demás a veces puede traer una incomodidad momentánea, pero a la larga incrementa la satisfacción personal. Así que si deseas ser feliz y tener más bienestar has de incrementar el bienestar de los demás. Ser generoso y solidario nos hace sentirnos mejor, mucho más felices.
Siempre he pensado que uno de los mayores tesoros que tenemos y que podemos compartir y dar es el tiempo. Al morir nada material te llevas, el tiempo es el tesoro más valioso que tenemos, porque es limitado. Podemos producir más dinero, más regalos materiales pero no más tiempo… Cuando le dedicamos tiempo a una persona, le estamos entregando una porción de nuestra vida que nunca podremos recuperar… Nuestro tiempo es nuestra vida. Uno de los mejores regalos que le puedes dar a alguien es tu tiempo.
Siempre he buscado que nuestros niños se impregnen de este espíritu de “dar para recibir”. Es muy importante este asunto, y la Navidad ha de ser un momento para educarlo. Tan importante es cuidar que los niños tengan un buen recuerdo de la Navidad y de sus valores, como el de que estos valores impregnen cada una de sus acciones durante todo el año. Para ello, no solo tienen que ver como los mayores hacen cosas por los demás si no que tienen que hacerlas ellos mismos. Hay que exponerles a hacerlas…Inducirles, obligarles. Al menos una vez por semana deberían dar algo a alguien sin esperar nada a cambio del otro. Y hacerlo de una forma anónima. Hay cosas que se hacen en Navidad que habría que hacerlas durante todo el año, la generosidad es una de ellas… Es algo que nos hace felices para siempre.
Vive intensamente y arriésgate a regalar generosidad. Feliz Navidad.