España acaba de despertar

“España acaba de despertar”. Esto es lo que un valiente octogenario decía a los cámaras de televisión y al servicio de emergencias mientras le curaban de sus heridas tras una de las manifestaciones en la calle Ferraz de Madrid.

Abuelos como este forman parte de una generación española muy solidaria que ha dado todo a cambio de nada, que han tragado muchos sinsabores y que han tenido que superar muchas carencias y muchos obstáculos allanándonos el camino a los que veníamos después. Muchos nacieron en guerra o postguerra y crecieron en una dictadura; fueron los que con el sudor de su lucha y trabajo cambiaron el país liderando una transición. Hoy, con sus ochenta y tantos siguen luchando por dejarnos un país mejor. Son unos héroes muchos de ellos.

Llegaban ayer a mis manos dos convocatorias de concentraciones para estos días, una para el sábado día 11- N a las 12h. en la Plaza de Santo Domingo de Guadalajara y otra para el sábado 18-N en la plaza de Cibeles de Madrid. La del sábado en Guadalajara ha surgido espontáneamente de la sociedad civil guadalajareña harta ya de ver como se está vendiendo y rompiendo España, y lleva el lema de “Amnistía o Libertad”. La de Cibeles por otro lado lleva el lema de “No en mi nombre: ni Amnistía, ni autodeterminación, por la libertad, la unidad y la igualdad”.

Ha llegado el momento de despertar, como decía nuestro héroe, y en el que los españoles debemos decir ¡basta ya! Y salir a la calle. El artículo 30 de la Constitución Española dice bien claro que  “los españoles tienen el derecho y el deber de defender a España”; y eso es lo que toca ahora. Estamos en un momento crucial de nuestra historia y España necesita de sus ciudadanos para defenderla del separatismo y del sanchismo. Tenemos que salir a las calles a impedir que se siga pisoteando nuestro país. No podemos permitir que Pedro Sánchez perpetre esta traición de vender España a los separatistas y golpistas. No se puede dinamitar el Estado de Derecho, violar la Constitución, y romper España con tal de quedarse en el poder. Es momento de actuar y de defender a España.No hay libertad si el poder de juzgar no se separa del poder legislativo y del ejecutivo. El sábado 11-N estaré en la plaza de Santo Domingo para apoyar la defensa espontánea de la libertad por parte de un grupo de guadalajareños y también el sábado 18-N en Cibeles. No podemos dejar en mano de los partidos políticos nuestro futuro, no van a luchar por nuestros intereses, lo harán por sus conveniencias y por capitalizar, liderar e intentar rentabilizar las protestas en las calles y así ganar ese terreno electoral. España es lo único importante. Solo todos unidos podremos luchar contra los que quieren destruir lo que con tanto esfuerzo ha costado construir. Si hoy se concede una amnistía que quebrante los principios de igualdad, de libertad y de separación de poderes por intereses puramente partidistas, mañana lo volverán a hacer otros.

NUESTRAS LIBERTADES ESTÁN EN PELIGRO

Nuestras libertades están en peligro. Este domingo día 5 de noviembre estaré en Valencia en la manifestación que hemos organizado y convocado desde la Asociación Civil Democrática para defender y proteger la libertad. Se trata de no perder nunca la dignidad, ni el amor propio. Y por supuesto tampoco la libertad. Vale la pena luchar por lo que vale tener. Nunca debemos renunciar a la búsqueda de un mundo libre, igual y justo. Luchamos poco por la libertad, tenemos la idea equivocada que ya somos lo suficientemente libres. No es así.

En España estamos perdiendo la libertad a la misma velocidad que se destruyen los cimientos más resistentes de la sociedad española tal y como la conocíamos. No es una manifestación de un partido político; ninguna manifestación de cualquier partido político tiene otra intención que no sea la de encumbrar al líder político de turno. Cada vez más los españoles vamos teniendo claro que las élites y sus partidos están siendo poco útiles para solucionar nuestros problemas y para luchar por la democracia, la libertad, la justicia, y nuestro bienestar. Sin libertad la democracia es despotismo, es abuso de poder, es el «todo por el pueblo pero sin el pueblo».

Vivimos en un país en el que da igual de qué sector provengas, da igual que seas agricultor, ganadero, profesor, abogado, autónomo, ama de casa… Da igual. Tus libertades están siendo cercenadas constantemente, con el único objetivo de que los partidos del sistema político oligárquico y parasitario puedan perpetuarse en un ciclo sin fin en el que cada partido hereda, cuando le toca, la miseria que ha generado el partido anterior.

Asistimos a un momento crítico en España. Un momento en el que comprobamos que hay españoles de primera y de segunda, en dependencia directa de su adscripción política y de las circunstancias electorales de cada momento. Lo estamos viendo en Cataluña, una región española sometida a la voluntad política de unos cuantos y en la que, dentro de muy poco, observaremos con la boca abierta cómo se concede una amnistía a delincuentes que ya han sido condenados, por el simple hecho de que los intereses personales de uno solo, el señor Sánchez Castejón, pasan por la voluntad de quienes pretenden romper España.

Los ciudadanos sobrevivimos en una tiranía permanente, anestesiados por las promesas incumplidas de una clase política que ni siquiera tiene la intención de abordar los problemas reales de la gente. La separación de poderes no existe, la democracia real tampoco, puesto que el sistema electoral no permite que ninguno de los que estamos hoy aquí podamos elegir a quienes tienen que representarnos, votamos por unas siglas, sean las que sean; y esas siglas, a través de los aparatos empresariales de cada partido político, son las que se encargan de confeccionar de manera vertical unas listas electorales que responden, únicamente, ante los intereses de cada uno de esos partidos.

¿Dónde quedan los intereses de los ciudadanos? ¿Dónde queda la representación de la gente de la calle? En ningún sitio porque, simplemente, no existe.

El domingo en Valencia también apoyaremos al mundo rural y al sector primario. Nuestro mundo rural se muere y nadie mueve ni un solo dedo para revertir esa situación. Es urgente e imprescindible impulsar la lucha por la defensa de un mundo rural vivo y libre, que afronte los graves problemas que padece, además de la degradación, menosprecio e infravaloración al que está sometido cada día. Es urgente poner en valor estse sector estratégico incuestionable para nuestra economía. Es urgente defender el uso prioritario de nuestras tierras agrícolas y ganaderas para a producción de alimentos. Nuestros pueblos merecen oportunidades, servicios, infraestructuras, apoyo y ayuda para desarrollar sus infinitas posibilidades y recursos, respetando su biodiversidad, sus costumbres, sus tradiciones y su forma de vida.

Todos merecemos que nuestra forma de vida, nuestras libertades y nuestras tradiciones sean respetadas. Y por eso estaré el domingo en Valencia junto a la Asociación Civil Democrática: para alzar la voz en contra de todos aquellos que quieren convertirnos en marionetas de una agenda, la agenda 2030; que tras sus 17 mandamientos esconde la firme intención de acabar con todo aquello que hoy entendemos por libertad. Una agenda globalista disfrazada de nobles objetivos, pero que lo único que pretende es desintegrar a las clases medias y finiquitar la soberanía de las naciones, poniendo a las élites burocráticas como elementos decisivos en las vidas de los ciudadanos.

Por todo ello estaré el domingo en la Plaza de Alfonso El Magnánimo en Valencia, para gritar alto y claro a nuestros políticos, que no nos representan, que están muy lejos de los intereses de los ciudadanos y que nuestra libertad no es una moneda de cambio que puedan utilizar a capricho. Por eso estaremos allí, para plantar cara como sociedad civil, para decirles que nos encontrarán en las calles defendiéndonos y para gritar ¡VIVA LA LIBERTAD!

Decir la verdad

Recientemente se debatía en el Congreso de los Diputados el asunto de la candidatura de Málaga como sede de la Exposición Universal de 2027. En un momento de su debate, la diputada de VOX, Patricia Rueda afirmaba que el Gobierno “premia a filoetarras y terroristas” en una evidente alusión a premiar a EH Bildu por su apoyo a los Presupuestos Generales del Estado. En ese justo instante el vicepresidente primero de la Cámara Baja, en sus funciones de presidente del hemiciclo, pidió a la diputada que se retractara y retirara sus palabras. Patricia se negó a hacerlo y le recordó al vicepresidente que estaba coartando su libertad de palabra. Patricia tuvo que abandonar la tribuna al no retirar su frase.

Decir la verdad en las instituciones se ha convertido en un acto revolucionario y de valentía. Tiene graves consecuencias. La verdad es sincera, demoledora, dura, tajante e incómoda pero no siempre solo deja el corazón y el alma tranquila, no siempre te deja dormir tranquilo; en muchas ocasiones conlleva e implica rechazo, crítica, oposición y hasta represalia.

No se hacen ustedes a la idea la cantidad de veces que he tenido que decir las verdades del barquero desde el micrófono de la sala de Plenos del Ayuntamiento de Guadalajara; sin miramientos a quienes iban dirigidas, con franqueza y he obteniendo respuestas y reacciones tan variopintas como desafortunadas.

Pero es que una de las razones por las que llegué a la Política es para defender a los guadalajareños y para fortalecer y mejorar la detección y denuncia de vulneraciones de sus derechos. Para ello una de las cosas que toca hacer es ser transparente y sincero con las evidencias y desnudar las mentiras de quienes nos manipulan para que no nos engañen.

La comunicación en estas instituciones es demasiado falsa, muy reactiva y aséptica. Ha de ser mucho más valiente, proactiva y humana; se ha de relacionar mejor con la verdad y menos con la mentira, con la imprudencia, con la hipocresía, con la prepotencia, la soberbia, el oportunismo, con el ego desmedido y con la falta de escucha y sinceridad.

Hay que atreverse a decir la verdad sobre lo que ocurre. Solemos convivir de forma muy habitual y demasiado cercana con la mentira. Mentir, tristemente, se ha convertido en un recurso omnipresente, en una herramienta imprescindible en la consecución de cualquier logro político. Forma parte de la estrategia electoralista de demasiados políticos, hasta el punto de que la mentira y el éxito se perciben en la política casi tan complementarios como con evidencias de inteligencia. Se ha popularizado e interiorizado el mentir, pareciese inevitable hacerlo y apenas no nos preocupa la mentira sino saber por qué se miente. Ya no nos escandalizamos de nada ni pedimos responsabilidades por ella.

Ejemplo y evidencias de ello tenemos de todos los colores. Pablo Iglesias afirmaba en un mitín que “yo ya no soy político; puedo decir la verdad”. Pedro Sánchez ha llegado incluso a ser justificado por una ministra al reconocer que una cosa es lo que decía siendo miembro de la oposición y otra muy distinta al ser presidente del Gobierno.

Nunca pueden arrebatarnos la libertad de expresión por decir la verdad. Me apasiona la gente que dice la verdad valientemente sin medir sus consecuencias. Es una actitud ejemplar y que se debe copiar en una sociedad demasiado acostumbrada a que la mientan y a mentirse a sí misma, en la que tristemente la mentira y el mentiroso se han convertido en parte del paisaje. La libertad de expresión y de pensamiento es condición y herramienta necesaria en todo régimen democrático. Si nuestro propio Estado no puede garantizarnos este derecho, entonces, no hay democracia.

Lo que el viento se puede llevar

Guadalajara es la provincia más afectada por la despoblación de toda España. Un 90 por ciento de sus pueblos la sufren extremamente. Para combatirla, además de ser incluida en esas ayudas europeas que llegarán a Teruel, Soria y Cuenca, debería poner en valor su enorme potencial paisajisto, natural y turístico. Guadalajara tiene una fabulosa variedad de paisajes.

Estos paisajes y estos entornos están muy comprometidos con la implantación de parques eólicos que pone en jaque la geomorfología del terreno con el levantamiento y movimiento de tierras, no sólo en el emplazamiento final de los aerogeneradores, sino las zonas próximas con las consiguientes vías de acceso o subestaciones y tendidos eléctricos de evacuación.

El paisaje guadalajareño se deteriorará con estos aerogeneradores que miden más de 150 metros de altura, incluso algunos alcanzan los 200 metros, y repercutiría muy negativamente en el turismo rural. Hay un perjuicio evidente del paisaje y de la naturaleza guadalajareña en muchos casos y en muchos rincones.

España vive una pérdida progresiva de la soberanía energética con leyes como la Ley del cambio climático aprobada en mayo de 2021, en la que nos prohíben explorar, investigar y explotar nuestros recursos energéticos. Esto nos perjudica muchísimo y supone un claro encarecimiento de la factura de la luz y del gas. La alternativa a la crisis energética global no puede consistir en crear un océano de molinos gigantes en un territorio supuestamente vaciado y empobrecido.

Además, hay una falta de regulación para evitar el desarrollo incontrolado de molinos eólicos. Urge que se establezca una reglamentación en la construcción de parques eólicos. Urge un instrumento de protección que regulase la instalación de parques eólicos. A día de hoy no existe ningún instrumento que proteja a estas zonas emblemáticas y naturales ante la instalación de parques eólicos.

El debate y el tema central sería de proporción, de gestión y de modelo. No se trata de renunciar a la energía eólica, que es necesaria, pero la implantación de grandes parques eólicos en estas zonas ha de realizarse de forma planificada, respetando el medio rural y su desarrollo. Se trata de buscar un óptimo en su aprovechamiento, salvaguardando, por un lado, la defensa del territorio y de los derechos de sus habitantes y, por otro lado, nuestro patrimonio natural.

Hay un sinfín de parques eólicos proyectados ya aprobados sin que exista ni un solo instrumento que proteja de los impactos medioambientales. Es de sentido común y razonable que este tipo de energías renovables alternativas se someta a un orden y a una normativa y reglamentación para que no se especule, para que no se cometa un desarrollo incontrolado de construcción de molinos eólicos, para que no haya un impacto medioambiental irreparable, para que no se destruya el atractivo natural turístico. Tiene que existir una planificación con criterios técnicos, ambientales, sociales y económicos claros en los que haya participación ciudadana.

Este negocio eólico, estos macro-parques se llevarán muchas cosas. Se llevará por delante el futuro de estas zonas rurales porque los parques eólicos no generan empleo; su impacto directo sobre la contratación local es mínimo. Se llevará el silencio de estas zonas y nos acercará ese incómodo zumbido dentro de la oreja, ese ruido que afecta a los animales que emiten sonidos en su época reproductora.

Se llevarán esas noches y esos paisajes nocturnos sin contaminación lumínica debido a esas balizas luminosas de color blanco y rojo que tanto impacto provocan para conseguir un cielo limpio. Se llevará la vida de miles de aves y murciélagos por colisión al no poder esquivar las aspas de los aerogeneradores. Se llevará una correcta llegada a destino y una buena orientación de las aves en sus rutas de migración o entre las áreas que utilizan para la alimentación y de descanso debido al efecto barrera. Se llevará el suelo provocando que desaparezca la cubierta vegetal.

Se llevará la vida, el futuro y las posibilidades económicas de muchos guadalajareños porque estos parques eólicos no generan empleo. Es negocio eléctrico y nada más que negocio eléctrico. El principio del lucro. El verdadero problema en este asunto es de gigantes energéticos y de su control sobre recursos naturales y voluntades políticas.

¿Dónde queda el derecho de los guadalajareños a la preservación de nuestro entorno natural, nuestro paisaje y el impacto visual?

EL MONSTRUO DE LOS INCENDIOS

Mucho ha cambiado la gestión forestal y la de prevención y extinción desde aquellos años 80 en los que pasaba mis veranos, para costear mis estudios universitarios, formando parte del retén de Montes Claros en la Sierra de Ayllón, por el Cañón del Jarama entre parajes fantásticos como el Cañón del Jarama, el cerro de San Cristóbal, el Collado de la Vihuela, cabeza del Viejo y entre pueblos como La Hiruela, Bocígano, Colmenar de la Sierra, Corralejo, La Vereda, etc.

Conducía una vieja carroceta, un vehículo autobomba de museo, y formaba parte del retén y de esas cuadrillas realizando tareas de podas, clareos, desbroces y demás tareas selvícolas y participando en la extinción de los incendios forestales de esa amplia y boscosa zona.

Mucho han cambiado los medios contra el fuego en estas décadas. Los equipos, vehículos y conocimiento han evolucionado mucho; también el músculo, potencia y profesionalidad. Ahora tenemos a la Unidad Militar de Emergencia (UME), brigadas nacionales del Estado contra incendios, son la élite. Disponemos de sistemas digitales y satelitales, así como otros medios de vigilancia y lucha activa, como drones.

Disponemos de cuadrillas helitransportadas y una flota aeronáutica inmensa: aviones anfibios de gran capacidad, aviones de carga en tierra, helicópteros de transporte de brigadas y bombarderos, aviones de coordinación y observación. Tenemos habilitados retenes de maquinaria pesada y un sinfín de maquinaria para apertura de cortafuegos. Disponemos también de vehículos autobombas muy modernas.

Muchos medios de extinción y mucho conocimiento al respecto. Pero lo que falta es prevención para evitar estos fuegos de nueva generación. Cada vez hay más combustible disponible en el monte y por eso, cada año hay más ‘mega- incendios’.

Hay que trabajar en su gestión, en hacer políticas forestales correctas, políticas de prevención, políticas que incentiven el uso de los recursos del bosque, de esos residuos forestales y aprovechar la biomasa térmica y eléctrica, incluso gas. De esta forma reduciríamos la masa del bosque con menos gasto.

El bosque español crece a mucha velocidad, se va acumulando y es un combustible que puede arder. Esta es la causa de estos enormes incendios, no se está reduciendo ni eliminando combustible. Hay que evitar que se superen rangos peligrosos que puedan arder. Más plantas de biomasa y menos demagogia porque cada vez hay más combustible disponible en el monte y por eso cada año hay más ‘mega-incendios’.

Gran parte de la gestión forestal del mundo rural se perdió en los años 70. El monte se empezó a llenar de matorrales, sotobosque y maleza, que año tras años se está acumulando. La maleza hay que eliminarla y el sotobosque, que son parte de la biodiversidad y del que dependen un sinfín de especies de animales y vegetales, hay que controlarlo, protegerlo y reducirlo. Debemos crear ecosistemas diversos biológicamente para que la fauna silvestre puedan actuar de bomberos, pero también hay que reducir la densidad de la vegetación.

Escucharán a nuestros responsables políticos siempre con sus excusas y sus absurdas justificaciones por no admitir su culpa. Tienden a evadir su responsabilidad: que si el calor, que si el cambio climático, que si el viento, que si pirómanos… Menos cambio climático y más cuidar los bosques, que hay toneladas de combustible muy seco sin recoger dejados años tras años y por fenómenos meteorológicos como ‘Filomena’.

Por otro lado no hemos sido capaces de sustituir este trabajo que hacían en el mundo rural por políticas forestales que palien este abandono. La despoblación, la política de protección de los espacios naturales y el cese de actividades del primer sector de producción agroganadera agravan el problema. Las políticas conservacionistas y ecologistas radicales son nefastas; esas políticas activistas de solo se puede mirar y no tocar nada son erróneas. Hay demasiado proteccionismo con multas y problemas al mundo rural. No podemos perseguir a los pocos que limpian nuestros montes. Su aprovechamiento es necesario. Hacen una gran labor de preventiva. Tiene que haber zonas de aprovechamiento ganadero.

Debemos hacer más cortafuegos, las superficies continuas de los bosques cada vez son mas grandes. Hay que romper con esas grandes masas y crear discontinuidades en el combustible.

Por otro lado, habría que devolver las competencias al Estado en extinción. Fue un error las transferencias. Son competencias que, dadas las dimensiones y la intensidad, deben ser del Estado. Con un centro de mando de coordinación único. Debemos de acabar con la descoordinación entre comunidades autónomas a la hora de aplicar protocolos o dispositivos.

Este monstruo de nueva generación de los incendios forestales es un monstruo con vida propia, que va por libre, con mucha voracidad. Es una nueva realidad que hay que tener muy presente y que hay que combatir y luchar partiendo de la dura realidad y del elemento clave, que no es otro que la gran cantidad de combustible que hay en nuestros montes, campos y vegas de los ríos.

La Ley de Memoria Democrática

El pasado lunes día 4 se aprobaba en el seno de la Comisión Constitucional del Congreso el dictamen de la Ley de Memoria Democrática que será sometida a votación en el pleno previsto el 14 de julio. Todo hace pensar que esta Ley saldrá adelante después de que el Gobierno cerrara un pacto con EH Bildu que le garantizaba la mayoría simple.

Entre las enmiendas pactadas, destaca una acordada entre los dos partidos del Gobierno (PSOE y Unidas Podemos), EH Bildu y Más País para designar una comisión técnica que elabore un estudio sobre vulneraciones de derechos humanos a personas “por su lucha por la consolidación de la democracia, los derechos fundamentales y los valores democráticos, entre la entrada en vigor de la Constitución de 1978 y el 31 de diciembre de 1983”.

Algunos días antes el PSOE y Unidas Podemos habían recogido en las enmiendas parciales pactadas de forma conjunta la designación de esta comisión con el mismo objetivo, pero con el espacio algo más acotado en el tiempo, desde 1978 hasta el 31 de diciembre de 1982, durante los primeros años de la democracia.

La Ley de Memoria Democrática llegará finalmente hasta el año 1978, aunque se constituirá una comisión técnica de estudio que analizará vulneraciones de derechos humanos a personas “por su lucha por la consolidación de la democracia” desde 1978 hasta finales de 1983.

Me preguntaba días pasados un vecino que me paraba en plena Calle Mayor de Guadalajara que “cómo puede una ley regular su memoria histórica, si cada uno tenemos la nuestra». Yo le avancé que esa historia de la democracia y la memoria democrática que nos quieren imponer, además formará parte del currículo obligatorio de estudio en la Educación Secundaria Obligatoria (ESO), en la Formación Profesional y en el Bachillerato. Que esa lectura histórica sesgada sustentada en la dicotomía izquierda-derecha y la asignación de etiquetas de buenos y malos la iban a trasladar a las aulas. Pueden imaginar su enfado, malestar e indignación.

La Ley de Memoria Democrática es un error gravísimo. Un paso atrás en la convivencia entre españoles. No podemos permitir que esta ley totalitaria salga adelante y que vuelva a reinar el rencor y la revancha entre españoles. Es una ley vengativa y revanchista, que imposibilita la reconciliación entre españoles y es peligrosa para la convivencia democrática.

La ley, además, ‘legitima’ a la ETA abriendo el camino a posibles anulaciones de las condenas a los terroristas, incluso con indemnizaciones. Es una ley pensada en términos de odio, rencor y revancha, injusta y discriminatoria con una parte importantísima de las víctimas, a las que olvida faltando a la memoria, la verdad, la justicia y la historia.

No podemos ceder ante los herederos de ETA, ante el blanqueo de lo que hicieron y fueron. Pretenden cambiarnos la historia y decirnos que los terroristas eran en realidad unos soldados que, en el fondo, prestaron un servicio a la causa de la democracia o que hay que reconocerles por su lucha por la consolidación de los valores democráticos.

Los etarras no pueden ser convertidos en víctimas de la lucha por la libertad. ETA nos dejó el balance de 829 asesinatos, de los cuales más de tres de cada cuatro se perpetraron durante la transición. Y de esos crímenes, 358 quedaron y están impunes. Secuestró a más 80 personas y fueron miles los empresarios extorsionados a lo largo de su trayectoria.

Ahora, apenas nos quedan una semana para frenar la aprobación del proyecto de la nueva Ley de Memoria Histórica. Una ley sectaria que saldrá adelante con el apoyo de los herederos de ETA y que reavivará más esos viejos odios y rencores que quedaron apagados en todo el proceso de la transición.

Deberíamos exigir políticas de paz, de convivencia y de reencuentro entre los españoles, eliminando todas aquellas políticas que generen controversia y enfrentamiento sobre nuestro pasado. Deberíamos exigir que se esclarezca los casi 400 asesinatos de la ETA sin juzgar.

Deberíamos exigir que se priorice los gastos sociales y cesen de forma inmediata las millonarias subvenciones a los ‘chiringuitos’ de la Memoria Histórica. Deberíamos exigir que cese el adoctrinamiento histórico en las televisiones y en los centros docentes.

Deberíamos exigir que cesen las profanaciones y movimientos de tierras que llevan a cabo las asociaciones memorialistas en los cementerios y camposantos españoles regados de dinero público.

Deberíamos exigir que sea respetada la autonomía municipal exclusiva de los ayuntamientos españoles en su competencia de determinar los nombres de sus calles y plazas y que cesen las injerencias políticas del Parlamento español en dicha autonomía.

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