CONVERSACIONES

Creo que hay dos tipos de conversaciones, las que son efectivas y sirven para algo y las que no. Las que te dan y las que te quitan. Las que te hacen sentir bien y las que sientes que pierdes el tiempo.

Hoy quiero hablaros de conversaciones y de personas; de las que te hacen perder el sentido y de las que te arrepientes de no haberlo perdido. De las que pierdes lo nervios y de las que te ponen de los nervios. De las que te hacen la vida más fácil y de las que te la complican.

Siempre que mantengo una conversación con alguien, acabo metiéndola en un saco, o en las que sí o en las que no, o en la de la sonrisa en la boca o en la del ceño fruncido, o en el que me facilita las cosas o en el que me las complica, o en el de la solución en las manos o en el del problema en la boca. Las de quejarse de todo y no aportar soluciones ni tomar medidas, pertenecen a las que no. Y sinceramente, empiezo a estar cansado de ellas.

Últimamente solo escucho este tipo de conservaciones en las que las palabras “casta política”, “tragar austeridad”, “corrupción”, “administración mastodóntica” “crisis moral”… monopolizan todas las frases. Ayer, en una de estas conversaciones, a la que, sinceramente, no prestaba mucha atención, me pidieron opinión. ¡Con lo tranquilo que estaba yo a mis cosas! Y sinceramente no les gustó mucho lo que les propuse. ¡Para qué preguntarían¡

Solamente les hice esta pregunta: ¿Hasta dónde llegaríais para obtener una solución? ¿Qué estaríais dispuestos a hacer? Se quedaron atónitos. No me contaron ningún remedio eficaz, pero percibí, que no se sentían parte del problema ni de la solución. No quisieron continuar con la conversación.

Una conversación sin salsa es como un colibrí enjaulado, triste, sin libertad; al igual que lo es una sociedad que permite lo que está permitiendo. Llevamos demasiado tiempo mirando para otro lado. Llevamos demasiado tiempo preocupándonos únicamente de nuestras cosas. Llevamos demasiado tiempo silenciando gravísimos delitos. Llevamos demasiado tiempo siendo opacos. Llevamos demasiado tiempo callados. Llevamos demasiado tiempo con miedo. Así fracasamos como sociedad.

Siempre me he encontrado desarmado y desconcertado frente a los esquemas y las posibilidades de la sociedad. Por suerte, el componente utópico de la educación, mi profesión, me anestesió durante todo este proceso y me permitió poder sobrevivir a disparates tales como, el de llevar a segundo problema más preocupante de este país a nuestros políticos, para luego legitimarles con un sinfín de votos.

Hoy, aún, tal vez insensibilizado por tanta anestesia, sigo buscando esa “maduración” de la sociedad que le hace falta para crecer. Y lo hago, de la forma que siempre he creído más eficaz y rentable: la educación. Y lo hago con la mesura, equilibrio y realismo que esta sociedad tan disparatada me permite. No es fácil. Se lo aseguro.

GOTAS DE AGUA

Creo que pensar es de forma divertida, llenar un vacío. Crecer es llenar estos vacios; los sabios los rellenan, además, con grandeza, honradez, entereza y valentía.

Hoy me ha tocado llenar uno que voy a llamar “Gotas de agua”. Las gotas de agua son mágicas, me gusta mirarlas y su fotografía suele ser de una belleza sorprendente.

¿Cómo algo tan simple puede resultar tan entretenido?

A veces pienso que las cosas cotidianas encierran misterios muy complejos. Uno de estos enigmas corrientes, es con el que quiero hoy rellenar vuestros vacios: ¿Cómo crecen las gotas de agua al condensarse en una superficie fría?

Mientras rellenáis, quiero enseñaros la mejor pregunta que me han hecho esta semana:
¿Qué hay que hacer si vemos un animal en peligro de extinción comiendo una planta en peligro de extinción?

Tienen tres mecanismos, el primero es que si dos gotas son más o menos del mismo tamaño se pueden unir en una sola. El segundo es que una gota pequeña puede crecer hasta que su borde toca el borde de otra gota significativamente más grande y es absorbida por ésta.
Y el tercero es el más complicado, se realiza por precipitación y consiste en que al principio, las gotas pequeñas-que están aún muy separadas- capturan el producto de la precipitación con gran eficiencia. El agua que cae en sus inmediaciones tiende a migrar sobre la superficie hacia ellas, lo que acelera su crecimiento. Al final de este proceso, hay muchas gotas pequeñas que han absorbido estos «impactos indirectos» y terminar por “crear grupo”. En cambio, las gotas especialmente grandes, rara vez se encuentran con gotas más grandes, por lo que es poco probable que sean tragadas y en consecuencia no “crean grupo”.

La “conciencia colectiva” de estas gotas de agua es impresionante. Parece que supiesen que forman parte de algo y que conociesen de lo importante que es establecer relaciones y vínculos con sus iguales y con el medio que les rodea. Es como si su conciencia individual, les mostrase el camino hacia la comunidad. Menudo dinamismo y que fluidez, ¿verdad?

A veces pienso que lo único que me permite tolerar la realidad que vivimos, es ir llenando estos vacios y precipitando estas pequeñas y curiosas gotas de agua, mitad cultura y divulgación científica y mitad reflexiones de lo más humano y cotidiano; que no buscan otra cosa que crecer y pasar a ser parte de la inmensidad de este gran océano llamado SCD.

PORQUE LO DIGO YO

Cuando algo muy muy frio toca nuestro paladar, los capilares se contraen rápidamente, disminuye el flujo sanguíneo y a los pocos segundos se vuelve a dilatar. Este cambio tan brusco en el diámetro de los vasos es detectado por los nervios sensores del dolor y pasa al cerebro a través del nervio craneal más importante de nuestra sensibilidad facial: el trigémino. El cerebro interpreta esto como un dolor proveniente de la frente…Por eso las bebidas frías nos causan ese dolor de cabeza tan intenso…Tal vez la Democracia que nos están sirviendo esté demasiado fría…Y por eso…
Ya me lo decía mi madre de pequeñito: “Antonio, no bebas eso tan frio…Espera a que se caliente un poco”. Uno de los recuerdos que conservo de niño es…
Bueno, mejor os lo cuento, después de dejaros la mejor pregunta de la semana:
¿Será muy vista la miniserie de Mario Conde?
…. Y volviendo al tema de los recuerdos de niño, uno de ellos es, las diferentes formas en las que me llamaba mi madre…Los diferentes Antonios que pronunciaba…Sabía perfectamente el estado anímico de mi madre, si había hecho algo malo-yo-, si era una urgencia-para mi madre- o si detrás había un “porque lo digo yo”…Porque estas invariables respuestas de mi madre formaban partes de muchos de mis “porqués”…Cosas y recursos de madres, ya saben…Y si ese porque lo digo yo fallaba, detrás llegaba un “porque así tiene que ser”…Ese si que era rotundo…Rompía cualquier resquicio de rebeldía, de desobediencia y por supuesto de curiosidad.
Menos mal que, no sé si por el carácter benévolo, flexivo, dialogante, resistente, transigente y comprensivo de mi madre o por mi carácter tenaz, al final obtenía otra respuesta diferente. El gran problema de no dar respuesta a nuestros porqués de niños o ni tan siquiera dejar preguntarlos, es que moldea adultos sin capacidad de variar las cosas. Es mas, crea personas que piensan que hay cosas que son de determinada manera invariablemente…Que aceptan el porqué de las cosas porque así lo han sido siempre…O porque lo digo yo.
En el mundo de la Ciencia, este “porque lo digo yo”, ha tenido -en numerosas ocasiones- desenlaces pocos acertados. No todo lo que dicen los científicos se puede tomar como verdad absoluta. Como dice el filosofo Jesús Mosterín, “los filósofos cribamos lo que dicen los científicos. Ejercemos de filtro racional y decidimos qué resultados incorporamos a nuestra visión del mundo. Al final estos-los científicos- nos dan una visión fragmentada del mundo, como si el espejo en el que se refleja la realidad se hubiera roto en mil pedazos”…Si fuéramos más holísticos, más benévolos, más flexivos, más dialogantes, más resistentes, más transigentes y más comprensivos…Si fuéramos así…resolveríamos mejor nuestros problemas.
De la tv-movie de Los días de Gloria- escribía hoy- que a pesar de apenas tener contenido rosa, tanto en su contenido como a su alrededor…A pesar de no desvelarse toda la verdad de abusos de poder, conspiraciones, intrigas financieras, estructuras del sistema…A pesar de que el personaje cree rechazo o duda a la opinión pública…A pesar de todo esto, estoy seguro, será vista…Seguro que será vista.
…Y es que nos hicieron creer que vivíamos en una democracia limpia y pura, y que la vida solo tenía sentido, cuando estábamos dentro de ese sistema, de su sistema…No nos contaron cómo se hacían las cosas, los negocios, la tomas de decisiones, los acuerdos, los desacuerdos…Las luchas de poder entre banqueros y políticos…La realidad informativa y manipulativa de los medios de comunicación… Nos juraron sinceridad, pero nos escondieron una gran parte de ella…Nos mintieron como a niños…Se ofrecieron a darnos, pero nos quitaron y se apropiaron de nuestras cosas….Nos prometieron libertad, pero vivimos ausentes de ella. Nos hablaron de entrega…pero se entregaron a ellos mismos…Ahora sabemos la verdad y es nuestra obligación luchar por lo que nos quitaron…Pero claro, la libertad hay que buscarla y perseguirla; ellos no nos la van a entregar…Y esa libertad cuesta y en mi opinión, solo la merece, quién sabe perseguirla y conquistarla día a día.
Entender, estudiar, interpretar y reflexionar sobre el pasado, es básico y fundamental para conocer el presente. La historia de Mario-posiblemente- nos permita entender mejor la crisis económica que vivimos en el presente, así como nuestra realidad social, política, judicial y sindical. Nos explicará cómo funciona realmente el sistema y cómo se gestó “la cultura del pelotazo”… Nadie le ha rectificado, nadie se querelló contra su libro, contra él…Ni actores, ni cómplices, ni inductores, ni encubridores -como dice él mismo-… Aunque dudo que todos y cada uno de los esfuerzos de este hombre, cada uno de sus sufrimientos, de sus pérdidas, de sus llantos, de sus enfados, de sus palabras, de sus letras, de sus días con ausencia de libertad se conviertan en ganancias “generalizadas y públicas”…Porque particulares y personales “haberlas haylas”…Y muy valiosas.
…Tras una perdida siempre hay una ganancia, dice Albert Espinosa…Ojalá este sea el caso…Y no por que los diga Albert o mi madre, sino porque así tiene que ser.

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