Desde hace varios años vengo buscando la forma de ordenar y organizar este mundo en el que vivimos. En un principio pensé que iba a ser una tarea fácil, pero a medida que pasa el tiempo y profundizo en el asunto, me doy cuenta que lamentablemente no podré hacerlo solo. Delante de mí hay un sistema muy confuso y no puedo organizar el desorden de colores que hay en el. Hay una multitud de puntos negros, de cosas que no encajan o como diría Rodrigo Cortés, de luces rojas a modo de notas discordantes. Cosas que no deberían estar ahí, pero están. Laberintos complejos y muy contradictorios.

Siempre he querido cambiar este mundo injusto que pisamos. Parece ser tierra firme, pero en ocasiones es fangoso, resbaladizo y con muchas grietas. No es fácil enfrentarse a un modelo conocido y consolidado. Todos los que conozco que se han enfrentado a él han sufrido las consecuencias de hacerlo. Apartarse de las ideas aceptadas y romper con los paradigmas falsos del sistema es muy peligroso y se suele pagar un alto precio por romperlo. Se necesita ahínco y firmeza en tus creencias para atreverse a ordenar este desorden de colores. Es necesario constancia y persistencia para luchar por convicciones y no por conveniencias. Es fundamental ser muy tenaz en tu actitud para llamar a las cosas por su nombre y no con eufemismos. Hay que ser claro, rotundo y con voluntad de orden. Hay que quitarse el miedo y cambiar el modus vivendi o modus colorandis.

Hoy es domingo, pero tengo ganas de escribir, estoy disfrutando mucho de este momento, es muy importante para mí, porque hoy nace esta columna libre e independiente, desde la que quiero que reflexionemos sobre aquellos colores desordenados que no nos gustan del sistema. Y por supuesto de las soluciones que podemos aportar para organizar este desorden.

Cada uno vemos las cosas de un color. Ese color dice mucho de nuestras emociones, de nuestros gustos, de nuestros estados de ánimo, de nosotros; transmite mensajes. Los colores están unidos a las culturas de cada pueblo y cada sociedad desordena estos colores a su gusto y antojo. El color negro es para nosotros, desgracia, dolor, algo negativo; el luto para nosotros es negro y blanco para los asiáticos. El rojo es el color de la suerte para los asiáticos y el verde para los islamistas. El azul( blue) es tristeza para los anglosajones, joven para los japoneses, borracho para los alemanes y gay para los rusos.

Cuenta la leyenda que hace mucho tiempo, solo había dos colores: el negro que mandaba en la noche y el blanco que coloreaba el dia. Las madrugadas y anocheceres eran grises. Un dia, un tucán liberó el arco iris del secuestro al que estaba sometido. Desde entonces tenemos los colores que conocemos y ese tucán conocido por el nombre pico de iris, cuentan que ahora, anda atareado en ordenar los colores que entre todos hemos desordenado. Y es aquí, en este rinconcito, donde analizará desordenes, reflexionará, propondrá ideas y propuestas a modo de simples pensamientos de su mente, de su corazón, de su experiencia vital y profesional, con la intención de pasar de los pensamientos a los hechos y de la idea a la cosa.

Os dejo con una reflexión, que hace unos días me planteaban y que quiero compartir con vosotros: ¿Quién tiene el poder en el siglo XXI?¿ Cómo se ejerce?¿Es posible cambiar el sistema y que la sociedad participe de una manera más directa?¿Qué me dicen?

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