¡Cuánta pasión y afición hay al estudio de las hormigas y otros insectos sociales!
Lo que más me llama la atención es el grado de esclavitud que se puede dar. Hay una especie de hormiga que ataca los nidos de otra y captura sus formas inmaduras para convertirlas en esclavos adultos. Los inquilinos reducen el tamaño y hacen desaparecer su casta obrera para centrarse y especializarse en la producción de casta sexuada y así dificultar el reconocimiento de larvas de hospedador y parasito y sobre todo el reconocimiento de las reinas parásitas por parte de las obreras hospedadoras. Son hormigueros parásitos esclavistas. ¡Menuda casta! Vivir a expensas de otros individuos o sociedades, causándoles daño, incluso la muerte de la reina hospedadora.
La teoría de Emery dice que los parásitos…
…Bueno, mejor os lo cuento después de acercaros la mejor pregunta que me han hecho esta semana:
¿Cómo se debe abordar la problemática del maltrato entre iguales para evitar que tenga graves consecuencias?
…Y regresando al tema de los parásitos; estos se originan en la misma línea filogenética que el hospedador. El hospedador y el parásito tienen parecido morfológico. Y la territorialidad, la poliginia y la predación provocaron su aparición.
Hay un parasito, un crustáceo, el Cymonthoa exigua, que es capaz de sustituir funcionalmente un órgano de su anfitrión, un pez. Este parásito hermafrodita nace como macho y se introducen en el cuerpo del pez por las branquias. Allí se transforma en hembra, crece enormemente, reduce sus ojos- porque no los va a utilizar- y se aloja en la lengua del hospedador para chupar su sangre. A medida que crece, la lengua del pez se atrofia hasta que se destruye y desaparece. El parasito se coloca en su lugar y cumple sus funciones. ¡Cómo son estos parásitos! Nos dejan hasta mudos. Tengan cuidado, no vayan a encontrar uno en el pescado de la comida de mañana.
Volviendo al asunto del maltrato; en 1982 James Q. Wilson y George Kelling, desarrollaron la Teoría de las ventanas rotas: “Si se rompe el vidrio de una ventana de un edificio y nadie lo repara, pronto estarán rotos todos los demás. Si una comunidad exhibe signos de deterioro, no se toman medidas y esto parece no importar a nadie, entonces allí se generará el delito y este cada vez será de índole mayor.”
En los códigos elementales de la convivencia social, si se deja hacer, si se deja desobedecer; si hay pequeñas faltas, pequeños deterioros y no se sanciona, entonces habrá faltas mayores. Hay que arreglar los problemas cuando aún son pequeños, porque si no, se pueden intensificar y volverse incontrolables. Lo aparentemente irrelevante pasará a mayúsculo si no se toma la decisión de arreglar esos pequeños cristales rotos. Y en este asunto del maltrato entre iguales la tolerancia cero es básica, así como la sensibilización y su prevención.
En el colegio, en la sociedad, en el gobierno de un país, en la vida, es importante tener decisión firme de arreglar las pequeñas roturas, para que no aparezcan faltas mayores, más difíciles y más costosas de reparar. No es tarde nunca y todos tenemos la obligación de no callar, hablar y por supuesto no tolerar.